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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

<br />

y a la que le surgían en el rostro edificios de oficinas y bingos, como el<br />

acné. Miguelito perdió su empleo, ése que le permitía observar mucho,<br />

muchísimo desde el interior de su taquilla – como un naturalista, me<br />

imagino – y apenas si coincidimos una o dos veces más en la cola del<br />

INEM. Todavía me habló con la inocencia del recién parado de su<br />

guión, del filme prodigioso que habría de brotar de su cabeza y ser<br />

puesto a ojos del mundo a través de mi cámara – Miguelito Gimeno,<br />

sic -. Con el tiempo acabamos separados, distanciados por nada en<br />

especial, lo último que supe de él es que regentaba un quiosco de<br />

prensa y lo último que supo de mí es que comencé a trabajar de<br />

electricista. Aunque esta no fuera la última de mis ocupaciones; al<br />

primer calambrazo, el electrofóbico impenitente salió corriendo.<br />

Años después me ganaba la vida, o la perdía, si no es perderla<br />

poco a poco acabar consumido por las desilusiones, como empleado<br />

de un videoclub. Coincidió con el boom del VHS y los taquillazos de<br />

acción, y tal y como predijo Miguelito Gimeno, las estanterías de cine<br />

para adultos – tras unas puertas al estilo de un saloon de western –<br />

resultaron atraer a una densa caterva de fieles. Por las noches, en la<br />

soledad del minúsculo apartamento cuyo alquiler consumía con ansia<br />

voraz gran parte de mi exiguo sueldo, yo seguía rodando con pimienta<br />

y rosquilla los planos de una película imposible.<br />

- Menuda carrera lleva ese amigo tuyo – me comentó mi<br />

padre, como si tal cosa, mientras hundía el tenedor en la ensalada<br />

murciana un domingo de visita cualquiera.<br />

- ¿Quién? – pregunté, sinceramente sin saber de quién<br />

hablaba, consciente de que amigos, y amigos que hubieran hecho<br />

carrera, podía contarlos con los dedos de la mano de un manco.<br />

- Pero hijo, es que vives en otro planeta… Miguel, ése Miguel<br />

con el que te pasabas el día enredando. Hoy ha salido en las noticias.<br />

¡En el telediario, ni más ni menos!<br />

34<br />

- ¿Miguelito Gimeno? ¿Y qué ha hecho? Si era buen chaval…<br />

- ¡Hombre! Mira el golondrino éste – dijo mi padre,<br />

señalándome con el tenedor; parecía que hablaba con alguien más, se<br />

le había quedado la manía desde que murió mi madre - ¡y tan bueno!

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