Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
<br />
Jaume gritó con todas sus fuerzas. Gritaba el nombre de Marc<br />
cuando se incorporó todavía en su cama, junto a Isabel. Aún tardó<br />
unos instantes en cerciorarse de que había sufrido una pesadilla.<br />
A la mañana siguiente aún no había abierto los ojos cuando<br />
sus dedos, palpando a tientas el frío espacio que su esposa había<br />
dejado a su lado, le hicieron suponer que había dormido más de la<br />
cuenta. Se incorporó pesadamente, aún asaetado por la truculencia de<br />
la pesadilla.<br />
Filtrada a través de los finos muros del apartamento le llegaba<br />
la voz de Isabel, tarareando alguna melodía. Jaume se esforzó por<br />
sonreír. Isabel había sufrido tanto o más que él y era justo que se viera<br />
correspondida, ahora que el corazón de una nueva ilusión compartía<br />
con ella sus latidos. Jaume se apoyó contra el marco de la puerta y<br />
lanzó una última mirada a la cama deshecha. No volvería a dormir<br />
solo, se dijo. Conforme avanzaba hacia su esposa percibía con mayor<br />
claridad la cadencia de su voz, un ritmo repetitivo y extraño, casi<br />
siseado en los labios de su mujer.<br />
- Mwen se petit papa vye Dambala…<br />
- Isabel… – la interrumpió Jaume. Su esposa estaba<br />
acurrucada sobre una pequeña mecedora, balanceándose adelante y<br />
atrás con una cadencia hipnótica. Sus manos reposaban sobre la<br />
tenue curvatura de su vientre.<br />
- Amor mío – respondió Isabel – estoy dando calor a nuestro<br />
pequeño huevo. Y le canto. Le gusta oír esta canción.<br />
Jaume se inclinó y la besó en la mejilla, que por un instante<br />
percibió fría, húmeda y escamosa. Pero no dijo nada.<br />
IV<br />
Ni siquiera sabía cómo había sucedido. Únicamente<br />
recordaba haber conducido de regreso a casa tras acabar el trabajo.<br />
Pero allí estaba. Había recorrido el trayecto vedado, maldito, que le<br />
<br />
209