Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
<br />
- ¡No me diga! Un museo de botones debe ser algo digno de<br />
verse – mentí. ¿Aparece en alguna guía de viaje? Sí, claro.<br />
Probablemente en alguna que esté sujetando la pata de la mesa de la<br />
sala de espera de un dentista de quinta categoría. Ése sería un buen<br />
lugar para una guía que hable de Elderly y su motel o su museo.<br />
- Está justo detrás del motel. Si lo desea en cuanto le<br />
asignemos una habitación puedo mostrárselo – se ofreció con sincero<br />
entusiasmo.<br />
- Verá, señor Sinclair, no quisiera causarle más molestias. Ya<br />
está haciendo por mí todo cuanto puede y se lo agradezco, yo… -<br />
traté de escurrir el bulto de alguna manera. ¿Qué pretendía ese<br />
lunático? ¿Enseñarme un museo de botones a las cuatro de la<br />
mañana? ¿Enseñarme el museo de botones situado tras un aislado<br />
motel de carretera con una recepción pintada de rosa pálido y verde<br />
pistacho y regentada por un clon de John Waters? No. Dios. No. Era<br />
una broma. Comencé a pensar que finalmente sí había sido objeto de<br />
una abducción.<br />
- ¡No es ninguna molestia! Dispongo de la llave. Aquí mismo.<br />
¿Lo ve? – dijo haciendo tintinear su llavero - ¿pagará en efectivo o<br />
mediante tarjeta? No aceptamos cheques, lo siento. Son veinte dólares<br />
la noche. Dispone agua caliente en la ducha y de hielo en la máquina<br />
de ahí fuera.<br />
Me sentí total y abrumadoramente atrapado en el motel<br />
Paradise, Elderly, Maine. No aparece en muchos mapas. Saqué la<br />
cartera y dejé caer un billete de veinte dólares sobre el mostrador. ¿Le<br />
debo algo por la llamada? ¿No? Gracias, señor Sinclair.<br />
- Escriba aquí su nombre y firme, por favor – me pidió<br />
girando hacia mí un pequeño libro de registro.<br />
Stephen Kingstone. Firma.<br />
- ¿Stephen Kingstone? – me preguntó con los ojos abiertos<br />
como platos - ¿el mismo Stephen Kingstone autor de «Las cien camas<br />
de hotel en que debe dormir antes de morir»?<br />
<br />
187