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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
realizar toda esa labor, el obrero de la mies, el pescador, se fa-<br />
tiga por dentro y por fuera: pisotea las energías de su cuerpo<br />
y las rebeldías de su alma, gasta su tiempo e inmola sus am-<br />
biciones; para transmitir vida a los demás, da muerte a su yo.<br />
Como hace notar Benedicto XVI, San Ignacio de Antio-<br />
quía —uno de los más antiguos Padres de la Iglesia— «en su<br />
carta a los Romanos se refiere a la Iglesia de Roma como a<br />
"aquella que preside en el amor", expresión muy significa-<br />
tiva. No sabemos con certeza qué es lo que pensaba real-<br />
mente Ignacio al usar estas palabras. Pero, para la Iglesia<br />
antigua, la palabra amor, ágape, aludía al misterio de la Euca-<br />
ristía. En este misterio, el amor de Cristo se hace siempre<br />
tangible en medio de nosotros. Aquí, Él se entrega siempre de<br />
nuevo. Aquí, se hace traspasar el corazón siempre de nuevo;<br />
aquí, mantiene su promesa, la promesa según la cual, desde<br />
la cruz, atraería a todos a sí.<br />
»En la Eucaristía, nosotros aprendemos el amor de Cristo.<br />
Ha sido gracias a este centro y corazón, gracias a la Eucaris-<br />
tía, como los santos han vivido, llevando de modos y formas<br />
siempre nuevos el amor de Dios al mundo. Gracias a la Eu-<br />
caristía, la Iglesia renace siempre de nuevo. La Iglesia es la<br />
red —la comunidad eucarística— en la que todos nosotros,<br />
al recibir al mismo Señor, nos transformamos en un solo<br />
cuerpo y abrazamos a todo el mundo» 24 .<br />
Así se construye el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia; de<br />
modo semejante a como se elaboran el pan y el vino que, por<br />
las palabras de la Consagración, se convertirán en el Cuerpo<br />
y la Sangre del Señor. Por eso, las fiestas eucarísticas —como<br />
la del Corpus Christi— se consideran muy especialmente<br />
fiestas de toda la Iglesia, que reconoce en la Eucaristía su cen-<br />
tro y su raíz, también su forma y su vida misma. «En la his-<br />
24 Benedicto XVI, Homilía en la Misa de toma de posesión de la Cátedra<br />
Romana, en la Basílica de San Juan deLetrán, 7-V-2005.<br />
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