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JAVIER ECHEVARRÍA - OpenDrive

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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />

y, después del milagro, ordena recoger en canastos lo que ha<br />

sobrado. En el episodio de la pesca milagrosa, no excluye del<br />

beneficio a quienes iban en la otra barca. Paga los impuestos,<br />

aunque esté exento. En sus parábolas, da muestra de conocer<br />

bien cómo se realizan los oficios más corrientes en el am-<br />

biente rural donde habitó. Conoce las Escrituras y cumple<br />

una detrás de otra; pregunta inteligentemente a los sabios y<br />

les responde con sabiduría...<br />

No podemos dudar de que trabajó bien quien mereció aque-<br />

lla alabanza del pueblo: «Todo lo ha hecho bien» (Me 7, 37).<br />

Y trabajó mucho, pues no les quedaba —ni a Él ni a sus<br />

discípulos— tiempo para comer, hasta el punto de que algu-<br />

nos de sus parientes consideraban que se había vuelto loco<br />

(cfr. Me 3, 20-21). Ciertamente, actuó pensando en el bien<br />

eterno de los hombres y en continua conversación con su<br />

Padre. Característica esencial que debemos aprender noso-<br />

tros: realizar una tarea abundante y, en la medida de nuestras<br />

posibilidades, perfecta, útil a los demás, y con el esfuerzo de<br />

transformarla en oración. Con esta lección bien aprendida y<br />

puesta en práctica, ayudaremos a Cristo en la salvación del<br />

mundo.<br />

El cristiano ha de asimilar esta enseñanza, poniéndola en<br />

práctica, también, porque la teoría es muy sencilla; la riqueza<br />

de sus implicaciones se descubre justamente al aplicarla al<br />

propio obrar. Se aprende, por ejemplo, que siempre cabe tra-<br />

bajar mejor; tener más presentes a los demás al plantear y rea-<br />

lizar nuestras tareas; estar más atentos a lo que Dios espera<br />

de nosotros en nuestro quehacer. Siempre podemos hablar<br />

más con El —muchas veces sin palabras—, mientras nos<br />

ocupamos de nuestra labor. El más —en este caso, como en<br />

el de todas las virtudes— es inevitable, porque aquí se trata de<br />

amar a Dios con el trabajo; y amar a Dios supone un acto<br />

de la virtud teologal de la caridad, con la formidable capa-<br />

cidad de crecer indefinidamente. Esta posibilidad de mejora<br />

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