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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
II. Eucaristía, servicio, sacrificio,<br />
sacerdocio<br />
«Todo Sumo Sacerdote, escogido entre los hombres,<br />
está constituido en favor de los hombres en lo que se refiere<br />
a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados (...).<br />
Y nadie se atribuye este honor, sino el que es llamado por<br />
Dios, como Aarón. De modo parecido, Cristo no se apro-<br />
pió la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que se la otorgó el<br />
que le dijo: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy".<br />
Asimismo, en otro lugar, dice también: "Tú eres sacerdote<br />
para siempre, según el orden de Melquisedec". Él, ha-<br />
biendo ofrecido con gran clamor y lágrimas, en los días de<br />
su vida en la tierra, oraciones y súplicas al que podía sal-<br />
varle de la muerte, y habiendo sido escuchado por su pie-<br />
dad filial, aun siendo Hijo aprendió por los padecimientos<br />
la obediencia; y, llevado a la perfección, llegó a ser causa de<br />
salvación eterna para todos los que le obedecen, ya que fue<br />
proclamado por Dios Sumo Sacerdote según el orden de<br />
Melquisedec» (Hb 5, 1. 4-10).<br />
La Carta a los Hebreos presenta a Cristo como Sacerdote<br />
y enseña que su acción salvadora es verdadero sacrificio.<br />
El Verbo, asumiendo nuestra naturaleza, nos hace hijos del<br />
Padre al precio de su sangre, con la inmolación de su cuerpo.<br />
Sacerdocio y sacrificio caminan juntos. En el cristianismo<br />
se muestran como palabras claves, porque brotan de la vida<br />
del Hijo de Dios hecho hombre. El Hijo vive del Padre, vive<br />
eternamente vuelto hacia Él; del Padre recibe todo y al Padre<br />
a su vez da todo (cfr. Mt 11, 27; Jn 1, 1-2; 5, 26). El Hijo<br />
encarnado entrega al Padre toda su humanidad para glorifi-<br />
carlo, cumpliendo su Voluntad: que todos los hombres se sal-<br />
ven y lleguen al conocimiento de la verdad (cfr. 1 Tm 2, 4).<br />
Si la donación intratrinitaria encierra un gozo infinito sin<br />
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