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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
linas (cfr. Hch 3, 6; 4, 10; 4, 18; 5, 28; 5, 40; Col 3, 17; etc.).<br />
Su reiteración nos evidencia que así entendían ellos su mi-<br />
sión apostólica; y así también hemos de asumirla nosotros.<br />
En la visión bíblica, al nombre se le atribuye mucha im-<br />
portancia; no sucede así hoy en la cultura occidental, donde<br />
reviste una función casi exclusivamente anagráfica. Entonces<br />
no sólo indicaba la persona sino que la presentaba a los de-<br />
más; revelaba su calidad, su autoridad, su poder. En el caso<br />
de Yahveh, el nombre denominaba su perfección y su pre-<br />
sencia; prescribir, mandar, invocar el nombre de Yahveh,<br />
como aparece en tantas ocasiones, era aludir a toda su gran-<br />
deza y poder. Jesús tiene un Nombre glorioso y omnipotente:<br />
es el Señor, Dios que salva de los pecados (cfr. Mt 1, 21), que<br />
envía al Espíritu Santo (cfr. Jn 14,26), que intercede por sus<br />
fieles (cfr. Jn 14, 13; 15, 16), que funda la esperanza de los<br />
pueblos (cfr. Mt 12, 21), que recibe toda adoración y gloria<br />
(cfr. Flp2, 9-11).<br />
Por la fe, el hombre que cree, que ajusta su vida a esa<br />
virtud, participa de la gloria y del poder de ese Nombre y lo<br />
anuncia con la eficacia del mismo Jesús: «El que a vosotros<br />
oye, a mí me oye» (Le 10, 16). Los Hechos de los Apóstoles<br />
narran que esa eficacia se revelaba en abundantes conver-<br />
siones a Cristo y a sus enseñanzas; y, en ocasiones, la omni-<br />
potencia de ese Nombre se mostró también en milagros es-<br />
tupendos.<br />
Los cristianos actuamos no pocas veces como si aquellos<br />
portentos fuesen algo exclusivo de aquel tiempo pasado, que<br />
hoy ya no se repiten, ni se repetirán. Con esa apreciación su-<br />
perficial e inexacta, nos eximimos irresponsablemente de<br />
anunciar el Nombre de Jesús. San Josemaría, para poner re-<br />
medio a esos razonamientos comodones, solía recordar que<br />
también nosotros, hoy, podemos ser instrumentos de Cristo<br />
y realizar en su nombre esas obras extraordinarias. «Si tuvié-<br />
ramos fe recia y vivida, y diéramos a conocer audazmente a<br />
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