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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
dición cristiana considera que se refiere al pan que alimenta<br />
el cuerpo, y que se aplica también a Aquel que confiere la<br />
vida eterna. En este doble significado podemos descubrir<br />
también el mensaje, extraordinariamente importante, de que<br />
el trabajo sirve para nuestro paso por la tierra y para el pre-<br />
mio eterno, si al esfuerzo humano se añade el deseo de cum-<br />
plir la voluntad de Dios. El Padre, escribe san Gregorio<br />
Magno, bendice nuestros campos y nuestros esfuerzos con<br />
los frutos que producen; y nos bendice también con su Hijo<br />
que es pan de vida eterna 3 .<br />
Comprendemos bien que pedimos uno y otro, porque los<br />
dos nos hacen falta para recorrer el camino en este mundo.<br />
El pan corporal sirve al celestial: es la materia sobre la que se<br />
pronuncian las palabras del sacerdote en la Consagración eu-<br />
carística; y le sirve también porque nuestra condición terrena<br />
pide primero satisfacer las imprescindibles exigencias corpo-<br />
rales, para poder desarrollar las actividades propias del espí-<br />
ritu. Por su parte, el pan celestial da razón última y sentido<br />
definitivo al caminar humano y, por tanto, al comer, al beber<br />
y a todo lo que constituye el trabajo. El hombre tiene ham-<br />
bre de pan material, pero esa hambre se sacia pronto; queda<br />
siempre por saciar la otra hambre, la del pan que da vida<br />
eterna, la del alimento que nos nutre hasta llegar a Aquel que<br />
ansia nuestro corazón inquieto, como señalaba san Agustín 6 .<br />
Una tentación acecha al hombre de todos los tiempos,<br />
también hoy; la de presentar como incompatibles el pan<br />
temporal y el celeste: considerar que la finalidad temporal y<br />
la trascendente del trabajo no admiten conciliación; o sim-<br />
plemente conceder tanto espacio del día y esfuerzo a la pro-<br />
secución del aspecto intramundano, para juzgar que ya no<br />
quedan ganas ni fuerzas para pensar en fines sobrenaturales.<br />
5 Cfr. San Gregorio Magno, Morales sobre Job, 7.<br />
6 Cfr. San Agustín, Confesiones, I, 1, 1.<br />
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