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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
«Por eso, al entrar en el mundo, dice: sacrificio y ofrenda no<br />
quisiste, pero me preparaste un cuerpo; los holocaustos y sa-<br />
crificios por el pecado no te han agradado. Entonces dije:<br />
He aquí que vengo, como está escrito de mí al comienzo del<br />
libro, para hacer, oh Dios, tu voluntad» (Hb 10, 5-7).<br />
Ha venido a sufrir para que nosotros no padezcamos; ha<br />
cargado con nuestros dolores para quitárnoslos a nosotros.<br />
Lo describe proféticamente Isaías con estas palabras: «Des-<br />
preciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor<br />
de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, des-<br />
preciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y, con todo, eran nues-<br />
tras dolencias las que Él llevaba y nuestros dolores los que so-<br />
portaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y<br />
humillado. Ha sido herido por nuestras rebeldías, molido<br />
por nuestras culpas. Soportó el castigo que nos trae la paz, y<br />
con sus cardenales hemos sido curados (...).<br />
»Plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí<br />
mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y<br />
lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano. Por las fati-<br />
gas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento jus-<br />
tificará mi Siervo a muchos y soportará las culpas de ellos.<br />
Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos re-<br />
partirá despojos, ya que se entregó indefenso a la muerte y<br />
con los rebeldes fue contado, cuando Él llevó el pecado de<br />
muchos, e intercedió por los rebeldes» (Is 53, 3-5. 10-12).<br />
Los evangelios presentan a Jesús especialmente atento a<br />
las debilidades y enfermedades humanas, en cualquiera de<br />
sus formas, para curarlas. Le vemos expulsar demonios, lim-<br />
piar leprosos, sanar a ciegos, sordos, mudos y paralíticos, re-<br />
sucitar a muertos. Las gentes le seguían en grandísimo nú-<br />
mero atraídas por la belleza de su doctrina y también por su<br />
poder taumatúrgico. El mal y el dolor humanos, especial-<br />
mente el espiritual —la ignorancia, el pecado— eran para<br />
Cristo como un imán: había venido a dar testimonio de la<br />
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