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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy<br />
manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para<br />
vuestras almas» (Mt 11, 28-29).<br />
Nos propone un intercambio: darle lo que nos pesa y to-<br />
mar nosotros su carga. Saldremos ganando, «porque mi yugo<br />
es suave y mi carga ligera» (Mt 11, 30). Nos mueve a aban-<br />
donar en Él nuestra soberbia, que tantas fatigas nos procura,<br />
y a revestirnos su humildad, que permite considerar las cues-<br />
tiones en su verdadera dimensión, sin exagerar las dificulta-<br />
des. A mudar nuestra ira y nuestra arrogancia, por su manse-<br />
dumbre. Siempre un cambio a nuestro favor: cargamos sobre<br />
Él la opresión que nuestros vicios y pecados merecen, y con-<br />
seguimos las virtudes y la paz que El nos trae. Nos llama a<br />
canjear el desordenado amor propio, por ese amor de Dios<br />
que se entrega a todos; y entonces desaparece la fatiga del<br />
trabajo; o bien, si continúa, la criatura ahí precisamente se<br />
deleita, como resumió san Agustín con frase admirable: in<br />
eo quod amatur, aut non laboratur, aut et labor amatur',<br />
cuando se ama de verdad, el trabajo no cuesta; y si cuesta, se<br />
ama. Lo experimentó Zaqueo, cuando acogió al Señor en su<br />
casa: cambió su riqueza material por la cercanía de Jesús.<br />
Prefirió recibirlo en el alma a continuar recogiendo dinero y<br />
defraudando a los pobres. Y llenó su vida de alegría y de paz<br />
(cfr. Le 19, 1-10).<br />
Las palabras del salmista y las que pronunció Jesús se re-<br />
fieren, además, a los pesos que con frecuencia llevamos den-<br />
tro y que llamamos resentimientos, rencores, afanes de ven-<br />
ganza. También esas cargas hay que abandonarlas en el Señor,<br />
porque fatigan al alma y la paralizan en su camino hacia<br />
Dios: quitemos esa mole de encima de nuestros hombros,<br />
perdonando de corazón a los que nos hayan agraviado. «En<br />
realidad, el perdón es ante todo una decisión personal, una<br />
3 San Agustín, Sobre el bien de la viudez 21, 26.<br />
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