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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
Descansar junto al Sagrario corno Jesús en Betania<br />
El Maestro se preocupa de nuestro descanso y de nuestra<br />
paz, porque nos ama. También ahora, desde el Sagrario, se pro-<br />
pone como buen pastor que ofrece reposo a nuestra alma y a<br />
nuestro cuerpo —en la medida señalada por la providencia—,<br />
de modo análogo a como se interesaba por el descanso espiri-<br />
tual y físico de los discípulos durante su paso por la tierra.<br />
Narra san Marcos que, al regresar de su primera misión,<br />
«reunidos los Apóstoles con Jesús, le contaron todo lo que<br />
habían hecho y enseñado. Y les dice: "Venid vosotros solos a<br />
un lugar apartado, y descansad un poco". Porque eran mu-<br />
chos los que iban y venían, y ni siquiera tenían tiempo para<br />
comer. Se marcharon, pues, en la barca a un lugar apartado<br />
ellos solos» (Me 6, 30-32).<br />
Vemos aquí otra manifestación más de la preocupación<br />
de Cristo por quienes le siguen; en esta ocasión, por su des-<br />
canso físico. La ocasión, sin embargo, le sirve para enseñar<br />
un detalle muy importante: para descansar, no basta abando-<br />
nar filialmente nuestros cuidados en el Padre, ni sabernos<br />
perdonados y perdonar; para gustar la paz profunda es nece-<br />
sario permanecer físicamente cerca de Jesús.<br />
También nosotros, muchas veces, necesitaremos descan-<br />
sar gustando de la presencia real del Señor en el tabernáculo,<br />
distanciándonos (unas horas, algunos días) de las ocupacio-<br />
nes habituales para hablar más tranquilamente con Él, como<br />
los Apóstoles en aquella ocasión. Nos acercaremos al Sagra-<br />
rio, donde Él se ha quedado a nuestra disposición, para satis-<br />
facer esa urgencia de conversar más a solas con el Maestro en<br />
el sosiego de su cariño, en su comprensión, en su palabra.<br />
A este propósito, el Papa Juan Pablo II escribía: «Es hermoso<br />
estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo<br />
predilecto (cfr. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su cora-<br />
zón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo<br />
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