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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
cuerpo del Señor. El cristiano coherente sabe enmarcar las<br />
Comuniones en un ambiente de oración, que se prolonga a lo<br />
largo de la jornada en coloquio con Dios; busca encuadrarlas<br />
en un contexto de lucha interior, que se traduce en evitar de-<br />
cididamente las ocasiones de ofender al Señor; en servir sacri-<br />
ficadamente y con alegría a los demás; en acabar bien sus<br />
deberes de estado y su trabajo; en desarrollar una acción apos-<br />
tólica decidida e incisiva; en ejercitarse gustosamente en la<br />
comunión fraterna; en valorar y cuidar los vínculos humanos<br />
y sobrenaturales con el prójimo (cfr. Mt 5, 23-24).<br />
En otros tiempos no existía la facilidad ni la costumbre<br />
de recibir frecuentemente el sacramento del cuerpo de<br />
Cristo; los fieles se limitaban a participar dominicalmente en<br />
el Santo Sacrificio. Hoy no sucede así y se goza de más facili-<br />
dad para acoger sacramentalmente al Señor. Pero esta posibi-<br />
lidad no debe degenerar en facilonería, en ritualismo que ol-<br />
vida de hecho la grandeza de Quien viene a nuestro pecho y<br />
a nuestra alma.<br />
Por eso, nunca será suficiente la insistencia para que to-<br />
dos ríos alleguemos bien preparados a la mesa del Redentor,<br />
atribuyendo a este tesoro todo el relieve que merece, sin con-<br />
siderar jamás la Sagrada Comunión un acto aislado y breve<br />
en el conjunto del día. Por el contrario, hemos de transfor-<br />
mar este encuentro en el centro de una jornada de oración,<br />
de sacrificio, de trabajo; de esfuerzo por cumplir la Voluntad<br />
de nuestro Padre Dios y por anunciar la Buena Nueva a los<br />
demás; de lucha contra las propias malas inclinaciones y de<br />
afán por cultivar las virtudes, el servicio generoso al prójimo.<br />
Aconsejaba un antiguo patriarca armeno: «Santifiquemos<br />
nuestro corazón, hagamos modestos nuestros ojos, guarde-<br />
mos la lengua de las murmuraciones, hagamos penitencia<br />
por nuestros pecados, disipemos las dudas, depongamos la<br />
insensatez, troquemos nuestra pereza en celo. Ayunemos,<br />
perseveremos en la oración. Estemos prontos para la benefi-<br />
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