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Javier Echeverría EUCARISTÍA Y VIDA CRISTIANA<br />
Cristo no se cansó de inculcar la misericordia y el perdón,<br />
hasta el punto de equiparar la perfección espiritual, la santi-<br />
dad, con la capacidad de perdonar y usar misericordia con<br />
los demás. «Sed misericordiosos como vuestro Padre es mise-<br />
ricordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y<br />
no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados; dad y<br />
se os dará; echarán en vuestro regazo una buena medida,<br />
apretada, colmada, rebosante: porque con la misma medida<br />
que midáis, seréis medidos» (Le 6, 36-38). De ese modo nos<br />
anima a que no cerremos ni endurezcamos nuestro corazón<br />
ante las imperfecciones y defectos ajenos. «Nadie podrá dar<br />
nada a nadie, si antes no lo ha dado a sí mismo. Así, tras ha-<br />
ber obtenido misericordia y abundancia de justicia, el cris-<br />
tiano empieza a tener compasión de los infelices y empieza a<br />
rezar por los pecadores. Se vuelve misericordioso incluso ha-<br />
cia sus enemigos. Se prepara, con esta bondad, una buena re-<br />
serva de misericordia para la llegada del Señor» 6 .<br />
Descansar con Dios: entrar en su lógica de amor<br />
y comprensión<br />
En la dificultad para la comprensión y la compasión, in-<br />
fluye también la ignorancia de las propias culpas: cuando no<br />
se reconocen los pecados personales, se descubren sólo las<br />
faltas de los demás y se les acusa sin piedad, como quedó pa-<br />
tente en el episodio de la mujer adúltera (cfr. Jn 8, 1-11).<br />
Únicamente el Hijo de Dios, inocente, se compadeció de<br />
aquella desgraciada y la perdonó, diciéndole que no pecara<br />
más. Explicaba un Padre de la Iglesia: «Si tú, hombre, no<br />
puedes vivir sin pecado y por eso buscas el perdón, perdona<br />
siempre; perdona en la medida y cuantas veces quieras ser<br />
6 San Cromacio de Aquileya, Sermón 41.<br />
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