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INTERPRETACION MARXISTA - Universidad de Chile

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Acor<strong>de</strong> con los nuevos tiempos, sectores <strong>de</strong> la burguesía consolidaron la ruptura i<strong>de</strong>ológica<br />

con el escolasticismo, iniciada en el siglo XIX con Lastarria, Vicuña Mackenna, Barros Arana y<br />

otros intelectuales y políticos <strong>de</strong>l Club <strong>de</strong>l Progreso. Los nuevos portaestandartes <strong>de</strong>l racionalismo<br />

liberal y <strong>de</strong>l positivismo fueron Enrique Mac Iver, Luis Arrieta Cañas, Enrique Matta Vial y los<br />

hermanos Lagarrigue. Algunos <strong>de</strong> estos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> otros i<strong>de</strong>ólogos, adhirieron a los principios <strong>de</strong>l<br />

pragmatismo <strong>de</strong> Williams James y <strong>de</strong> su antecesor Herbert Spencer, entre los cuales sobresalieron<br />

Manuel Rivas Vicuña y Eliodoro Yáñez.<br />

En una aguda síntesis <strong>de</strong> este pensamiento, que calzaba a la medida con la necesidad <strong>de</strong> esta<br />

“belle époque” <strong>de</strong> los negocios, Julio Heise, que conoció <strong>de</strong> cerca a sus portaestandarteres,<br />

señalaba: “El pragmatismo dio plena satisfacción a las necesida<strong>de</strong>s i<strong>de</strong>ológicas <strong>de</strong> la burguesía<br />

chilena <strong>de</strong> comienzos <strong>de</strong> este siglo (...). Los problemas doctrinarios empiezan a per<strong>de</strong>r ese prestigio<br />

indiscutido que tuvieron hasta los albores <strong>de</strong> nuestro siglo. En el espíritu <strong>de</strong> los más <strong>de</strong>stacados<br />

hombres públicos <strong>de</strong> comienzos <strong>de</strong> siglo, las ardorosas campañas en torno a los principios<br />

doctrinarios no ejercerán ya la sugestión que tuvieron en el siglo XIX (...). Y serán las activida<strong>de</strong>s<br />

económicas las que en último término condicionarán y <strong>de</strong>terminarán los nuevos valores. Rechaza<br />

instintivamente todo lo teórico (...). Eran pocos los burgueses bien informados sobre las líneas<br />

fundamentales <strong>de</strong>l positivismo, <strong>de</strong>l racionalismo o <strong>de</strong>l pragmatismo. Pero sus maneras <strong>de</strong> pensar y<br />

sentir y su conducta todas producen la impresión <strong>de</strong> que las conocieran. Este hecho se explica<br />

fácilmente si consi<strong>de</strong>ramos que los escritores y filósofos que reflexionaron sobre las<br />

particularida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l nuevo estilo burgués habían experimentado y vivido todas sus modalida<strong>de</strong>s.<br />

Ellos pertenecían a la burguesía, representaban al escritor y al filósofo burgués. De ahí que la clase<br />

dirigente chilena <strong>de</strong>l período parlamentario se sintiera interpretaba por los pensadores que<br />

expusieron y estudiaron esos valores” 79 .<br />

La clase dominante impuso al resto <strong>de</strong> la sociedad no sólo la i<strong>de</strong>ología sino también el<br />

comportamiento. Un brillante pensador <strong>de</strong> aquella época y notable observador <strong>de</strong> sus<br />

contemporáneos, Valentín Letelier, comentaba: “no hay país don<strong>de</strong> se dé más importancia a la<br />

gravedad externa. Decir <strong>de</strong> una persona que es muy formal, en el sentido <strong>de</strong> que es muy grave, vale<br />

entre nosotros por una carta <strong>de</strong> calurosa recomendación. He conocido hombres <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rable<br />

influencia política, que han fundado todo su ascendiente en la silenciosa gravedad que gastaban en<br />

todas circunstancias (...). No chocar con nadie, huir <strong>de</strong>l peligro, preferir los <strong>de</strong>svíos al camino recto,<br />

no ofen<strong>de</strong>r con profesiones <strong>de</strong> fe liberal los castos oídos <strong>de</strong> los ultramontanos: he ahí las máximas<br />

politicas y morales en que estamos educando a la juventud” 80 .<br />

Quizá <strong>de</strong> está época provenga, en gran medida, el comportamiento <strong>de</strong> nuestras generaciones<br />

posteriores: “el temor al ridículo”, como manifestaciones <strong>de</strong> autorepresión <strong>de</strong> la espontaneidad; “el<br />

hablar bajo y “<strong>de</strong> cotele” cuando se está diciendo algo muy importante; “el chaqueteo”, con la<br />

intención <strong>de</strong> inhibir a todo el que se <strong>de</strong>staca, como expresión <strong>de</strong> la mediocridad <strong>de</strong> la clase<br />

dominante; aspectos sobre los cuales llamó la atención Joaquín Edwars Bello en comentarios <strong>de</strong> la<br />

época. Las conductas y valores no son en la historia in<strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ología, ya que se<br />

generan según las pautas impuestas por la clase dominante. No son un mero disfraz burgués. Es una<br />

realidad conductual coaccionada por la fuerza <strong>de</strong>l aparato <strong>de</strong>l Estado y sus múltiples mediaciones al<br />

conjunto <strong>de</strong> la sociedad. Tanto el <strong>de</strong>recho como las normas <strong>de</strong> la moral y los valores no son una<br />

mera expresión superestructural –como han dogmatizado ciertos divulgadores <strong>de</strong>l marxismo- sino<br />

que cruzan e interinfluencian toda la formación, social. La vida cotidiana con<strong>de</strong>nsa aspectos<br />

relevantes <strong>de</strong> esa totalidad, especialmente la <strong>de</strong> los oprimidos, procurando que lo cotidiano sea<br />

funcional al sistema.<br />

El comportamiento social y político <strong>de</strong> la burguesía y <strong>de</strong> otras capas <strong>de</strong> la sociedad chilena<br />

<strong>de</strong> principios <strong>de</strong> siglo está mejor evi<strong>de</strong>nciando en las novelas <strong>de</strong> la época que en los documentos<br />

oficiales. Las <strong>de</strong>scripciones sociales <strong>de</strong> las novelas no constituyen pruebas para la ciencia histórica.<br />

Sin embrago, pue<strong>de</strong>n ser un testimonio inapreciable para el conocimiento <strong>de</strong> la realidad social,<br />

como se manifiesta en las anotaciones que haremos sobre la clase dominante. Igual metodología<br />

utilizamos para una mejor comprensión <strong>de</strong> la vida cotidiana <strong>de</strong> otras capas sociales.<br />

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