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José Lois Estévez
Dictadura, su origen: un movimiento masivo de opinión favorable...; la
suerte de una contienda en que los beligerantes ponen su vida en la balanza
y, en cuanto a su perduración, sus éxitos, si es capaz de apuntárselos, etc.
Ahora bien, como la democracia vive gracias a la captación de prosélitos,
precisa estar cimentada sobre verdades, para evitar que, atrapada
por hechos desmentidores, se desencadene creciente decepción disuasiva
entre los votantes. Ninguna ficción debe hallar cobijo en las leyes ni en
las instituciones políticas para no repetir el espectáculo lamentable de un
pueblo que se acuesta embelesado una noche y despierta desengañado por
la mañana.
5. UNIDAD O DUALIDAD DE CÁMARAS
Se ha discutido prolijamente si las Cortes o Parlamento debe constar
de una sola o dos Cámaras.
Con su personalísima dialéctica, fué Sieyès quien se opuso con argumentos
más radicales a la existencia de dos cámaras: Puesto que la voluntad
del pueblo es una sola, una debe ser la asamblea que la represente. De
ser dos, y mostrarse conformes, sobra una. Si disconformes, también una
está de más, porque confunde y desvirtúa la decisión soberana.
Cabe objetar a esto que la voluntad popular como unidad de propósitos,
no pasa de ficción política. El mismo pueblo es un hecho estadístico
confuso. Su voluntad, una abstracción de generalizaciones variables. Lo
que realmente ha de ser atributo de una corporación legislativa es la competencia
para legislar sobre todo género de asuntos. Y así parece lo más
conveniente para el acierto que una Cámara contribuya con el conocimiento
de la materia tratada: de los hechos sobre que versará la ley; y otra
sobre la forma en que se regularán jurídicamente. Una pondrá de mani-