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Justa distribución del sufragio como poder
¿Qué pueden esperar de nosotros? ¿Palabras de aliento y nada más?
¿Presencia preocupada y providente? ¿Auxilio necesario?
Los argumentos en pro de la autonomía y del principio de subsidiariedad
que le sirve de fundamento, pueden resumirse en unos versos que
Calderón de la Barca, puso, como exclamación indignada, en boca del
Alcalde de Zalamea:
“Jamás pedí a nadie que haga
lo que yo me puedo hacer.”
E ideal semejante de libertad cabe predicarlo tanto de los individuos
como de los organismos intermedios (82) . A cada uno hay que permitirle trabajar
a su arbitrio; pero con el ánimo predispuesto a prestar atención solícita
y solidaria... a quien demande ayuda. Como indicaba el Presidente
Fraga: “Coa aprobación dos distintos estatutos de autonomía, as diferentes
colectividades podían xa tomar decisions políticas en espacios competenciais
propios para atención dos problemas peculiares e a defensa solidaria
dos seus propios intereses. Agora ben, todo isto dentro dun marco de
coinvivencia e cooperación máis amplo, no seo dun Estado como instrumento
político de cara á consagración dunha nova maneira de entede-la
construcción nacional; sen esquece-la maior eficacia e economía dunhas
administracións públicas máis próximas ós administrados e ás súas realidades
vitais”.
Creado el órgano, perfeccionar su funcionamiento es ahora lo esencial.
Donde “aproximar la administración a los administrados” vale como
consigna, parece imprescindible para cumplirla demoler todos los obstáculos
y trabas que impiden la efectividad de la comunicación entre los
82) Vid. en el Discurso, cit. del Presidente Fraga, pág. 6, la invocación expresa del principio de
subsidiariedad como argumento básico para articular su defensa de la Administración unica.
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