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Justa distribución del sufragio como poder
los posibles errores, que no serán ya sistemáticos, como tienden a serlo
actualmente; y el desenlace afortunado de la votación dependerá sólo de
la autenticidad del sufragio, del número de propuestos y de la exactitud
en las informaciones sobre los mismos; es decir, de las condiciones a) y b),
mencionadas antes.
a) Si el elector debe sentirse predispuesto a seleccionar a los mejores,
no es admisible que las leyes electorales fomenten o permitan que los partidos
políticos lo induzcan a votar bajo pasión. O sea, que le presenten sesgadamente
los candidatos de sus competidores y los propios, denigrando
aquéllos, idealizando éstos. Con semejantes polarizaciones, no se deja ver
claro a los votantes y se les empaña todo intento de valorar con ponderación.
Las campañas electorales al uso resultan, así, amén de fuente de
corrupciones, el medio más opuesto para la consecución de la verad. Su
coste desorbitado provoca la bancarrota de los partidos y su descrédito y
sólo sirven para que vote aturdido el elector.
La Política del Derecho requiere que sean reorganizadas en forma
muy distinta. Según mi parecer, tendrían dos fases. Una, previa y sin
publicidad, ante las Juntas Electorales para presentar candidaturas y los
curricula de cada propuesto, con los correspondientes documentos acreditativos
y tantas copias como competidores, dando después tiempo a cada
partido para su impugnacion. Los curricula sin pruebas acarrearían la
exclusión del preconizado. Y otra fase pública, para que los electores
conozcan las diferentes propuestas y puedan votar bien informados. La crítica
permisible habría de recaer sobre los programas de cada oponente, no
sobre los aspirantes al escaño.
igualmente mojadas.Bajo una forma simplificada, pero sin restarle nada, he ahí el teorema de Bernoulli.
Podría ocurrir seguramente, cuando todo alrededor cae la lluvia a torrentes, que cierta losa
permaneciese seca. Ninguna gota tiene para sí destino prefijado, el azar las dispersa, podría llevar
todas sobre losas vecinas: pero nadie lo supondrá seriamente. Tal es el poder de los grandes números.
El azar tiene caprichos; jamás hábitos. Si 1000 gotas caen sobre 1000 losetas, cada loseta no
tendrá la suya; si caen 1000 millones, cada losa recibirá su millón, o bien poco le faltará.”
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