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José Lois Estévez
dencia de su pronunciamiento, al legislador compete, por eso, resaltar la
responsabilidad que gravita sobre los electores y esforzarse, además, por
idear algún procedimiento capaz de evitar o compensar sus posibles errores.
Pues, no se olvide: la Justicia no es otra cosa que la Verdad jurídica.
Por eso la pregunta que procede formular ahora: ¿Cómo proceder
para reducir los errores al mínimo a nuestro alcance?
Tres condiciones debe reunir el sufragio para optimizar sus resultados.
Una que atañe a los electores, a saber: que tengan en su mayoría decidida
voluntad de acertar en su selección. Y dos, que conciernen a la Ley: a)
garantizar que no se ejerzan sobre ellos influencias perturbadoras y b) que
las listas de candidatos sean lo más amplias y sinceras posibles, sin olvidar
en ellas los méritos y pruebas de capacitación que justifican la presencia
de cada uno.
Examinemos la ratio de tales exigencias.
1º) Es obvio a cualquiera que los electores emiten sus votos con muy
diversas motivaciones. Y a tenor de la legislación actual, con listas cerradas
y bloqueadas, es natural que su inmensa mayoría se agrupe en torno
a los partidos. Pero también lo es que quienes se muestren indiferentes o
contrarios a los partidos, porque no sintonicen con ninguno, se inclinen
a la abstención. Por eso tal vez sea la abstención en España el consorcio
más numeroso. Que obedece a causas muy variadas, no resulta dudoso;
pero, a mi juicio, la reduciríamos sensiblemente si cada elector pudiera
votar a personalidades que le merecen el mayor crédito.
Esto aparte, como los electores se cuentan por millones, aunque algunos
o muchos voten arrastrados por motivaciones inconfesables, la ley de
los grandes números (71) , que aquí no puede menos de operar, compensará
71) J. Bertrand, en su Calcul des Probabilités, Paris, 1907, XIV, describe admirablemente el significado
de esta ley. “Si llueve un día entero sobre la plaza del Carrousel, todas las losas estarán