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José Lois Estévez
tico. Esto en la nuestra queda de manifiesto sin dificultad. Donde la Constitución
se refiere a un sufragio universal, libre, igual, directo y secreto, tanto
para el Congreso como para el Senado, la Ley Electoral impide que realmente
sea libre e igual, con sus listas cerradas y bloqueadas; y, en vez de
directo, coloca de intermediarios a los partidos y coaliciones electorales. Así
se refuerza ciertamente el liderazgo actual de cada partido, pues quienes
hacen las listas pueden premiar el conformismo y castigar la disidencia; pero
desigualan perceptiblemente a los candidatos, dándoles mayores o menores
probabilidades de salir electos. Y donde el primero de la lista, en cualquier
partido con una mínima clientela, tiene asegurada la elección, quienes ocupan
puestos *de relleno* para *completar* el número total de diputados y
senadores de la provincia, saben que carecen de la menor expectativa de
obtener escaño. Tampoco se forman las listas según un orden de méritos o
antigüedad en el partido, como sería lo correcto, sino a tenor de los criterios
personalísimos de quienes las conforman (64) .
No es fácil conciliar este modo de proceder con lo dispuesto en el art.
6 CE y en el 4 de la Ley de Partidos políticos. Pues el primero exige que
tanto la estructura interna como el funcionamiento de los partidos sea
democrático, aunque la significación del término no se defina; y el segundo,
con cierta modificación de aquél, ordena que los partidos se sujeten a
“principios democráticos” y concede a todos sus miembros el derecho a ser
electores y elegibles para los cargos del mismo, aunque la Asamblea general
pueda estar formada por compromisarios (65) , que, sabiamente, no se
definen tampoco.
64) Estos y otros problemas similares son aguda y sagazmente estudiados por Fernández de la Mora
en un brevísimo Apéndice a su importante obra sobre El Crepúsculo de las Ideaologías,
Madrid, 1965, 160 ss.
65) El art, 4, 2 dice: “El órgano supremo estará constituido por la Asamblea general del conjunto
de sus miembros, que podrán actuar directamente o por medio de compromisarios”. Si la Asamblea
general está constituída por el conjunto de sus miembros, no resulta lógico admitir la substitución
de la misma por compromisarios. Si Asamblea general = miembros todos, Asamblea
general # compromisarios. ¡No hay igualdad en lo desigual, digan las leyes lo que quieran!