Descargar - GaliciaAberta | Secretaría Xeral da Emigración - Xunta ...

84
José Lois Estévez
Muchos autores quieren eludir la dificultad sugiriendo que los diputados
y senadores “representan” (habría que añadir: “por voluntad de la ley”), no a
sus votantes, sino a toda la Nación o al titular o cotitulares de la soberanía (72) .
Tal tentativa de explicación es todavía menos sostenible. “Nación”
designa una totalidad fluída de personas, no un conjunto fijo. No permite, al
presente, acotaciones, salvo si se supone un tiempo inmovilizado. Es “transpersonal”,
porque mientras unos miembros fallecen y dejan de constituirla,
otros nacen y se incorporan a ella. ¿Cómo entonces “personalizarla”? (73) .
El problema crítico de la “representación nacional” estriba en decidir
quién pueda otorgarla sin estar ejerciéndola de antemano. Si se dice que
los electores delegan una representación, que ya ostentan, pues por naturaleza
les pertenece, junto con la de sus hijos menores e incapacitados; las
Cortes, al deberle al electorado su potestad y necesitando reconocer su
procedencia, carecen de facultades para restringir o condicionar los poderes
que legitiman el suyo sin anular éste; y entonces el voto igual constituiría
un despropósito, ya que los padres de familias numerosas, al igual que
los accionistas con mayor capital, poseyendo más partes alícuotas de la
72) “No puede haber representación -dice del Castillo Alonso en su artículo s. v. Elección en la
vieja Enciclopedia Jurídica Seix- , si no existe algo que representar, y ese algo que se representa
es la misma soberanía. La elección en este respecto es el procedimiento adecuado para la representación
pública, y el medio natural por el que las esencias de la misma soberanía cristalizan en
instituciones de poder”. Más adelante, al referirse al mandato imperativo y negarlo, advierte:
“...La soberanía nacional, en cuanto es la voluntad una e indivisible de la Nación, a pesar de sus
variedades y accidentes, es imposible que sea repartida por circunscripciones o colegios electorales.
La división de esa soberanía sería su misma negación...” “Si la soberanía no se divide ni
puede dividirse, el mandato legislativo resultará una fórmula vacía de sentido, aunque sólo sea
teniendo en cuanta que nadie da de lo que no tiene, y la parte de soberanía por la que se designa
el diputado, no es tal soberanía, ni puede por tanto imponer su voluntad al delegado imperativamente”.
La tesis no deja de ser curiosa, pues lo que se niega a cada miembro de una clase,
se atribuye a la clase misma; es decir, los sumandos no cuentan en la suma. En cambio, la suma
de los diputados aparecen con la propiedad que cada uno no puede tener por la misma regla. Es
decir, ¡la lógica cambia con los sujetos!
73) Aquí habría que preguntarse, como Heráclito, quién se baña dos veces en el mismo río: ¿qué
Nación es la misma en dos instantes diferentes?