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Justa distribución del sufragio como poder
ro de Cámaras, el decrecimiento cuantitativo de la calidad y el coste
directamente proporcional a su cifra.
En la Francia de 1787 los Notables eran sólo 144, contando los siete
Presidentes de Despacho: La calidad de los nominados podría ser muy
alta; el coste, reducido.
Cuando se reúnen los Estados Generales en Mayo de 1789 sus diputados
alcanzaban la cifra de mil doscientos catorce. Era, pues, difícil mantener
el nivel de calidad anterior; el coste, también se disparaba. En la
España actual el número de diputados y semadores es bastante más reducido:
El Congreso se compone de 350 diputados. El Senado, de 4 senadores
por provincia peninsular; tres, por cada una de las islas mayores (Gran
Canaria, Mayorca y Tenerife); uno, por las islas menores o agrupación de
las mismas (Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro,
Lanzarote y La Palma) y dos por Ceuta y otros dos por Melilla. Además,
las Comunidades Autónomas designarán un senador cada una, más otro
por cada millón de habitantes.
El número es suficiente. Y parece un justo medio entre dos extremos
exagerados. El coste, soportable.
Lo que requiere, por el contrario, ser reformado legalmente es la significación
que habrá de atribuirse a las dos Cámaras y, en especial, a la
composición del Senado.
En efecto: según el art. 68, 1: “El Congreso se compone de un mínimo
de 300 y un máximo de 400 Diputados...” Cabe, pues, sin necesidad
de reforma constitucional, elevar el número de diputados hasta la cifra
máxima de 400. Basta para eso con un leve retoque a la Ley Electoral. En
cambio, hacer las circunscripciones provinciales, no rima bien con un
régimen autonomístico. Parece más razonable extender su ámbito hasta
comprender el de cada Comunidad Autónoma (76) . Sobre todo, habida
76) Así lo asfirma tanmbién el Presidente Fraga en su Discurso cit. pág. 12 ss.
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