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Justa distribución del sufragio como poder
A mi juicio, la representación debe, reduciéndose al mínimo, situarse
en la esfera local, donde casi todos los candidatos pueden ser conocidos y
los votantes elegir más y mejor informados; y procurar después *automatizar*
la selección para esferas más amplias. Elegidos, por ejemplo, los alcaldes
en cada municipio, cada uno presentaría cuando finalizase su mandato,
una relación, documentalmente acreditada, de los medios económicos
con que ha contado y de los resultados conseguidos con ellos. Un tribunal
de expertos, elegido por los propios interesados al iniciarse en el cargo,
valoraría después su comparativo rendimiento y esmero en sus logros; y la
cifra obtenida por cada uno determinaría su posición en un escalafón de
aspirantes, ordenados en función de los respectivos méritos. En adelante,
los inmediatos puestos políticos se proveerían por una especie de cursus
honorum entre quienes aparecieran como mejores. Y así para todos los cargos,
sin excepción. No me entretendré a discutir los pros y contras del sistema;
pero de seguro con él se desterraría de la escena política la improvisación
y decidiríamos a los más dotados a pretender las alcaldías y a seguir
después, automáticamente, la carrera para *gestores de la cosa pública*.
Naturalmente, esto es, si se quiere, ucronía o una propuesta de futuro. Y lo
que a nosotros nos urge ahora es conformar el presente.
bajo no implica, ni permite presumir siquiera, superior aptitud política. Son, en cambio, los que
tienen ésta última quienes representarán “arquetípicamente” a cuantos no la tienen o la tienen
en grado mucho menor. Y he aquí cómo se llega con naturalidad a la *tecnocracia*: a una representación
por razones de especialización profesional, gracias a la experiencia y a estudios apropiados;
aunque nunca se consienta que los representantes se sustraigan a una constante fiscalización
popular. ¿No nació la Ciencia Política con el propósito de lograr para quienes se
especializaran en ella un conocimiento apodíctico de su problemática particular? Antes, pues,
de la representación corporativa, o de intereses, que demandaban los partidarios de la democracia
orgánica, parece peferible la representación por especialización profesional.
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