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Justa distribución del sufragio como poder
>P 2 >P 3 ... > P n y asignar un diputado a las provincias con fracciones
decimales mayores hasta que no quede ningún escaño por repartir...
¿Qué decir de semejante sistema distributivo? Sin necesidad de cálculo
alguno, es evidente que tal reparto no se somete plenamente a los
principios implícitos que presupone la llamada “representación” política.
Si para la elección de diputados lo que debe contar son las cifras de población
y se ha decidido de antemano que Ceuta y Melilla tengan un diputado
cada una, la que obtenga un diputado con un censo menor debería
servir como cuota repartidora, cuyos múltiplos exactos fijarían el número
correspondiente a cada circunscripción.
Hay también otra paradoja. Según el art. 163 a) de la Ley Electoral:
“No se tienen en cuenta aquellas candidaturas que no hubieran obtenido,
al menos, el 3% de los votos válidos emitidos en la circunscripción”.
¿Por qué precisamente el 3% de los votos válidos? La regla no parece
justa. El número de votos válidos variará con la magnitud de la abstención
y con la cultura de los electores. Donde la abstención sea muy alta, el 3%
de los votos válidos implica que se desprecien cifras muy pequeñas. Por el
contarrio, donde la abstención sea menor, no se obtendría escaño con
cifras mayores.
Pongamos un ejemplo. En las elecciones generales de 1986, el Censo
asignaba a Orense 346 884 electores; votaron el 51,80 %; se abstuvieron
un 49,20; es decir, 176 217 electores. El 3% de esta cifra son 5 285 votos.
Luego sólo a partir de este número se tendría en cuenta la candidatura.
En Toledo, en cambio, integraban el Censo 370 409 personas. Votaron
288 920; se abstuvieron el 22%, o sea, 81 489. La beligerancia de la candidatura
comienza desde 6 356 votos. La diferencia entre ambas cifras es ya
importante: 1071 votos.
Por otra parte, para que el voto sea igual, como exige la CE (art.
68,1), al mismo número de sufragios debe corresponder el mismo número
de diputados, y esto no se logra si no se mantiene la cuota de reparto
con absoluta coherencia. Incluso podría pensarse que la variabilidad en el
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