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muy en breve, cuando se quiera revisar, será tarde.
Justa distribución del sufragio como poder
Ahora bien, en cuanto atañe a la emigración, es importante tener
muy presente lo que se declara en el art. 68, 5, en donde, después de manifestar
que “todos los españoles son electores y elegibles”, si están en pleno
uso de sus derechos políticos, añade contundente:
“La ley reconocerá y el Estado facilitará el ejercicio del derecho
de sufragio a los españoles que se encuentren fuera del territorio de
España”.
Con estas palabras se dispone que los redactores de la Ley Electoral
y, en términos genéricos, todas las Administraciones públicos se preocupen
de conseguir que los españoles expatriados puedan votar sin dificultades
disuasivas. Esta norma está aún pendiente de cumplimiento. Pero,
por su carácter inconcreto y por callarlo todo en sus aspectos electorales,
puede, a mi entender, interpretarse con la máxima latitud. Incluso la
remisión por este mismo artículo a la provincia como circunscripción
electoral, no hace suponer forzosamente que sólo las provincias puedan
serlo, pues la propia CE demuestra que la regla no es absoluta, al romperla
para Ceuta y Melilla. Luego, incluso sin reforma constitucional,
cabría, por analogía, y ante la recomendación de la palabra “facilitar”,
dar por hecho que no rige tampoco para los emigrados. Así, ni siquiera
sería preciso reformar la Constitución, porque consta ya una autorización
explícita, no limitada, para regular el derecho al sufragio de los emigrados,
haciéndolo más fácil.
Pero tampoco la modificación de la CE ha de llegar a inquietarnos. Los
artículos que conciernen a las Cortes están deficientísimamente redactados
y ya por ello requieren una reforma. El 66, 1 p. e., confunde, en su párrafo
primero, dos cosas que nada tienen que ver entre sí. Una, de significado
ajeno al legislador; y otra, que sí depende del mismo, por referirse a la composición
del órgano instituído. Afirmar que las Cortes *representan* al pueblo,
es afirmar en vano, pues en cualquier acepción que se tome la palabra,
sólo por experiencia se podrá saber si la proposición es verdadera o falsa; y
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