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120 PARTE II POLÍTICAS DE INMIGRACIÓN E INTEGRACIÓN<br />
Hace solo unos años, no pocos autores daban por concluido el<br />
debate en torno a las migraciones y el desarrollo. Pero las<br />
consecuencias de la crisis económica en un mundo globalizado han<br />
alterando las condiciones de vida y las expectativas vitales en los<br />
países tanto del Norte como del Sur. Una de las consecuencias más<br />
destacadas es la progresiva configuración de distintos “sures” en el<br />
Norte y de diversos “nortes” en el Sur, una expresión que revela la<br />
creciente desigualdad estructural de un modelo económico al borde<br />
del colapso. Puede que la crisis alimentaria sea uno de los<br />
indicadores más graves y directamente relacionados con todo ello.<br />
Pero, además, el aumento y empeoramiento de los conflictos<br />
armados, las crisis políticas en diversos países y regiones, el<br />
empeoramiento de las condiciones de vida de la población más<br />
vulnerable, las catástrofes naturales como consecuencia del cambio<br />
climático…, siguen siendo motivos que expulsan a las personas de<br />
sus lugares de origen en busca de una vida mejor.<br />
Por otra parte, la precarización de la vida en Europa, en general, y<br />
en España, en particular, a raíz de la gestión de la crisis económica,<br />
parece legitimar cada vez más un discurso que defiende los<br />
privilegios de la población originaria sobre quienes llegaron de otros<br />
lugares. Sin duda, puede ser una ley de supervivencia que despierta<br />
los instintos más primarios de la especie humana, pero de<br />
consecuencias nefastas en cualquier sociedad que se pretenda<br />
civilizada, democrática y justa.<br />
Lo cierto es que la insatisfacción creciente en la población ante sus<br />
condiciones de vida, junto a la incertidumbre ante su futuro y el de<br />
las generaciones futuras, la crisis de las instituciones democráticas<br />
y la crisis de identidad en la que se encuentran las sociedades<br />
actuales generan una situación potencial de riesgo; un caldo de<br />
cultivo que está siendo utilizado para canalizar la frustración<br />
colectiva contra quienes tienen menos posibilidades de hacerse oír<br />
y respetar. En este sentido, es llamativa la fuerza con la que emerge<br />
la nueva extrema derecha en Europa -a la que España parece seguir,<br />
aunque con sigilo, por el momento-, mostrándose como abanderada<br />
de los males de la sociedad y atribuyendo todos ellos a la presencia<br />
de la población inmigrada, con especial énfasis en la musulmana.<br />
Puede que por el momento los discursos que estigmatizan a la<br />
población de origen extranjero estén afortunadamente confinados a<br />
grupos sociales y políticos reducidos. Pero los medios de<br />
comunicación siguen proyectando una imagen social amenazadora<br />
de las migraciones: la fuerza de las imágenes de los jóvenes<br />
africanos que intentan saltar las vallas de Ceuta y Melilla es uno de<br />
los ejemplos más emblemáticos. Esta imagen amenazadora no se<br />
corresponde con las cifras de población africana afincada en<br />
España. Pero sí se corresponde con un ejercicio concreto del control<br />
de fronteras, con un diseño de políticas que antepone una supuesta