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luchas-muy-otras-2011

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otra práctica, otra teoríade conflicto, donde las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos formanparte fundamental de medidas para enfrentar el aparato estatal represivo, es elmarco del “sujeto-víctima” (Kapur, 2002). Los actores oprimidos son identificadosy categorizados exclusivamente por su calidad de víctimas del aparato estatal, delas estructuras políticas económicas y de la violencia.Recién, los debates han generado una nueva categoría de víctima, la víctimade la cultura y de los usos y costumbres (Newdick, 2005). Se argumenta que lamujer indígena es víctima de las tradiciones de sus pueblos, por eso no se debenreconocer los derechos colectivos (Speed, 2007). Esta última serie de prototipos del“sujeto-víctima” se nutre de discursos colonizadores que codifican el conocimientosobre mujeres del tercer mundo como víctimas de la violencia patriarcal, del procesoneocolonial, como dependientes de las decisiones y acciones de los demás y comouniversalmente oprimidas (Mohanty, 2003).Resaltar historias de represión y de victimización ha sido una forma de encontrarespacios en los medios de comunicación, en redes de organizaciones de derechoshumanos, lo que ha supuesto atraer la presencia de grupos solidarios. Por lo tanto,cumple con un papel importante para detener actos violentos en zonas de conflicto.Con ello no quiero decir que un testimonio es exclusivamente un acto estratégico.Los sufrimientos vividos a manos de finqueros represivos, de los soldados queprotegen ciertos intereses políticos y sociales, de representantes estatales corruptos,y de otros actores indígenas locales, son hechos innegables e imposibles de excluiren el acto de narrar experiencias de vida en esta región. Lo que quiero enfatizares que representaciones del “sujeto-víctima” resuenan y se articulan a marcosdiscursivos globales de tinte liberal que identifican a actores marginados casiexclusivamente por su calidad de explotados y de reprimidos.Aunque solamente una minoría de las mujeres que entrevisté había tenidoexperiencias con periodistas o con académicos, anteriormente estaban familiarizadascon la importancia de estos discursos en un contexto político. Me situaron, con mipluma y libreta en mano, tomando apuntes de sus palabras para un documentopúblico, como parte de los actores que manejan, reproducen y escuchan sobretodo estas historias de victimización.Sin embargo, simultáneamente en las entrevistas se nota una inconformidadcon los marcos discursivos que limitan las capacidades de autorepresentación desdesu propia agencia. Al igual que en el ejemplo de las discusiones entre mujeresen la entrevista en Zapata, los intentos de centrar su capacidad de incidir en la106

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