Artículos 2009 en El Mundo de Eduardo del Campo

11/12/2016 Orbyt ­ QUIOSCO PRENSA
puntos sobre su concepción de lo que debe ser una separación sana entre el Estado y cualquier confesión,
credo o ideología, dijo que el cristianismo forma parte del sustrato cultural de España y que hasta un ateo
como él lo asume como un elemento de su identidad, y calificó de «acoso gratuito» el intento de retirar del
escenario público los símbolos de ese pasado de siglos. «Puedo decir que no creo en Dios, pero ¿cómo voy a
renegar de dos mil años de cultura cristiana?». Y otra: «¿Celebrarán los sanfermines sin San Fermín?».
APOYO
#Los «privilegios» que la Iglesia logró del Estado
Nart repasó algunos hitos de las relaciones Iglesia­Estado, empezando por la Constitución de Bayona de
1808 promovida por el ocupante francés José I Bonaparte, en la que «por primera vez» se declaró la
confesionalidad de España como país católico en exclusiva, una declaración que en 1812 recogerá la
Constitución liberal de Cádiz: «La única religión practicada y practicable es la religión católica y no se permitirá
ninguna otra», citó de memoria antes de afirmar que esa afirmación no se debía a un ánimo excluyente sino a
la necesidad de mantener la cohesión social por medio de la fe frente a la amenaza a la independencia que
representaba Francia.
Recordó la acción del general liberal Prim para acabar con el «monopolio» de la educación por parte de la
Iglesia e impedir la extensión de su teocracia en las aulas. Defendió como un avance fundamental que la
Constitución republicana de 1931 declarase España un Estado aconfesional, pero lamentó la «fractura» social
que ocasionó su aplicación y la quema de iglesias. Después, en el franquismo, vendría «el peor momento
para la Iglesia», cuando «se manchó con su vinculación a un régimen liberticida». Fue entonces, subrayó,
cuando adquirió los «privilegios económicos» que perviven hoy.
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