28.02.2018 Views

el-baron-rampante

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Era invierno, parte de los árboles estaban desnudos. En Olivabassa atravesaba la<br />

población una doble hilera de plátanos y olmos. Y mi hermano, aproximándose, vio que<br />

entre las ramas desnudas había gente, uno o dos o incluso tres por árbol, sentados o de<br />

pie, en actitud grave. En pocos saltos se reunió con <strong>el</strong>los.<br />

Eran hombres con vestimentas nobles, tricornios emplumados, grandes capas, y<br />

mujeres de aire también noble, con v<strong>el</strong>os en la cabeza, que estaban sentadas en las<br />

ramas en grupos de dos o tres, algunas bordando, y mirando de vez en cuando abajo a la<br />

calle con un breve movimiento lateral d<strong>el</strong> busto y un apoyarse con <strong>el</strong> brazo a lo largo de la<br />

rama, como en un antepecho.<br />

Los hombres le dirigían saludos corno llenos de amarga comprensión: «¡Buenos días,<br />

señor!». Y Cósimo se inclinaba y se quitaba <strong>el</strong> sombrero.<br />

Uno que parecía <strong>el</strong> más autorizado de <strong>el</strong>los, uno obeso, encajado en la horqueta de un<br />

plátano de donde parecía no poder levantarse, con pi<strong>el</strong> de enfermo d<strong>el</strong> hígado, bajo la<br />

cual la sombra de los bigotes y de la barba afeitados se transparentaba negra a pesar de<br />

la edad avanzada, pareció preguntarle a un vecino suyo, flaco, chupado, vestido de negro<br />

y también él con las mejillas negruzcas de barba afeitada, quién era aqu<strong>el</strong> desconocido<br />

que avanzaba por la hilera de árboles.<br />

Cósimo pensó que había llegado <strong>el</strong> momento de presentarse.<br />

Llegó al plátano d<strong>el</strong> señor obeso, hizo la reverencia y dijo:<br />

- El barón Cósimo Piovasco de Rondó, para serviros.<br />

- ¿Rondós? ¿Rondós? - dijo <strong>el</strong> obeso -. ¿Aragonés? ¿Gallego?<br />

- No señor.<br />

- ¿Catalán?<br />

- No señor. Soy de estas tierras.<br />

- ¿Desterrado también?<br />

El gentilhombre chupado se sintió en <strong>el</strong> deber de intervenir para hacer de intérprete,<br />

muy ampulosamente.<br />

- Dice Su Alteza Federico Alonso Sánchez de Guatamurra y Tobasco si vuestra señoría<br />

es también un exiliado, puesto que lo vemos trepar por estos follajes.<br />

- No señor. O al menos, no exiliado por algún decreto ajeno.<br />

- ¿Viaja usted sobre los árboles por gusto? Y <strong>el</strong> intérprete:<br />

- Su Alteza Federico Alonso se complace en preguntarle si es por gusto que vuestra<br />

señoría efectúa este itinerario.<br />

Cósimo se lo pensó un poco, y respondió:<br />

- Porque pienso que me conviene, aunque nadie me lo imponga.<br />

- ¡F<strong>el</strong>iz usted! - exclamó Federico Alonso Sánchez, suspirando -. ¡Ay de mí, ay de mí!<br />

Y <strong>el</strong> de negro, explicaba, cada vez más ampuloso:<br />

- Su Alteza dice que vuestra señoría puede considerarse afortunado al gozar de esta<br />

libertad, la cual no podemos evitar de comparar con nuestro constreñimiento, que sin<br />

embargo soportamos resignados a la voluntad de Dios - y se santiguó.<br />

Así, entre una lacónica exclamación d<strong>el</strong> príncipe Sánchez y una circunstanciada<br />

versión d<strong>el</strong> señor de negro, Cósimo consiguió reconstruir la historia de la colonia que<br />

moraba sobre los plátanos. Eran nobles españoles, reb<strong>el</strong>ados contra <strong>el</strong> rey Carlos III por<br />

cuestiones de privilegios feudales que les disputaban, y por <strong>el</strong>lo enviados al exilio con sus<br />

familias. Llegados a Olivabassa, se les había prohibido continuar <strong>el</strong> viaje: aqu<strong>el</strong>los<br />

territorios, efectivamente, en base a un antiguo tratado con Su Majestad católica, no<br />

podían dar asilo y ni siquiera ser atravesados por personas exiliadas de España. La<br />

situación de aqu<strong>el</strong>las nobles familias era muy difícil de resolver, pero los magistrados de<br />

Olivabassa, que no querían tener problemas con las cancillerías extranjeras, pero que<br />

tampoco tenían motivos de animadversión hacia aqu<strong>el</strong>los ricos viajeros, llegaron a un<br />

arreglo: <strong>el</strong> documento d<strong>el</strong> tratado prescribía que los exiliados no debían «tocar <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o»

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!