You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
jabalí, y puestos alrededor una bot<strong>el</strong>la, algunos utensilios, una escudilla. Viola se lanzó<br />
sobre la pi<strong>el</strong> de jabalí.<br />
- ¿Has traído aquí a otras mujeres? Él vaciló. Y Viola:<br />
- Si no las has traído es que no eres hombre.<br />
- Sí... Alguna...<br />
Recibió una bofetada a la cara de lleno.<br />
- ¿Así me esperabas?<br />
Cósimo se pasaba la mano por la mejilla roja y no sabía qué decir; pero <strong>el</strong>la ya parecía<br />
de nuevo bien dispuesta:<br />
- ¿Y cómo eran? Dime, ¿cómo eran?<br />
- No como tú, Viola, no como tú...<br />
- ¿Qué sabes tú de cómo soy yo, eh, qué sabes?<br />
Se había vu<strong>el</strong>to dulce, y Cósimo ante estos cambios repentinos no dejaba de<br />
asombrarse. Se le acercó. Viola era de oro y mi<strong>el</strong>.<br />
- Dime...<br />
- Dime...<br />
Se conocieron. Él la conoció a <strong>el</strong>la y a sí mismo, porque en realidad no se había<br />
conocido nunca. Y <strong>el</strong>la lo conoció a él y a sí misma, porque aun habiéndose conocido<br />
siempre, nunca se había podido reconocer así.<br />
XXII<br />
El primer peregrinaje fue a aqu<strong>el</strong> árbol que en una incisión profunda de la corteza, tan<br />
vieja y deformada que ya no parecía obra de una mano humana, podía verse escrito, con<br />
grandes letras: Cósimo, Viola, y - más abajo - Óptimo Máximo.<br />
- ¿Aquí arriba? ¿Quién ha sido? ¿Cuándo?<br />
- Yo: entonces.<br />
Viola estaba conmovida.<br />
- ¿Y esto qué quiere decir? - e indicaba las palabras: Óptimo Máximo.<br />
- Mi perro. O sea, <strong>el</strong> tuyo. El pachón.<br />
- ¿Turcaret?<br />
- Óptimo Máximo, le puse este nombre.<br />
- ¡Turcaret! Cuánto lloré cuando al marcharme me di cuenta de que no lo habían<br />
cargado en la carroza... Oh, no me importaba no verte a ti, ¡pero estaba desesperada por<br />
no tener ya al pachón!<br />
- ¡De no ser por él no te habría encontrado! Fue él quien olió en <strong>el</strong> viento que estabas<br />
cerca, y no estuvo tranquilo hasta que te encontró...<br />
Lo reconocí enseguida, en cuanto lo vi llegar al pab<strong>el</strong>lón, todo jadeante... Los otros<br />
decían: «¿Y éste de dónde ha salido?» Yo me incliné a observarlo, <strong>el</strong> color, las manchas.<br />
«¡Pero si es Turcaret! ¡El pachón que tenía de niña en Ombrosa!»<br />
Cósimo reía. Ella de improviso torció la nariz.<br />
- Óptimo Máximo... ¡Qué nombre más feo! ¿De dónde sacas nombres tan feos? - Y<br />
Cósimo se ensombreció.<br />
Para Óptimo Máximo, en cambio, la f<strong>el</strong>icidad no tenía sombras. Su viejo corazón<br />
dividido entre dos dueños estaba finalmente en paz, después de haberse cansado días y<br />
días a fin de atraer a la marquesa hacia los límites d<strong>el</strong> coto, al fresno donde estaba<br />
apostado Cósimo. Le había tirado de la falda, o se le había escapado llevándose un<br />
objeto, corriendo hacia <strong>el</strong> prado para que lo siguiera, y <strong>el</strong>la: «Pero ¿qué quieres?<br />
¿Adónde me llevas? ¡Turcaret! ¡Estate quieto! ¡Pero qué perro más molesto he vu<strong>el</strong>to a<br />
encontrar!» Pero la vista d<strong>el</strong> pachón ya había removido en su memoria los recuerdos de la