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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar...

Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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Albert y <strong>Blaze</strong> comenzaron a trotar por los senderos, aparentemente sin rumbo fijo, parando para<br />

recoger unos frutos caídos de un arbusto copado de estos. La maga sacó la espada de su cintura,<br />

tomándola con sus dos manos y extendiendo sus brazos, aguantando el peso por varios segundos,<br />

para luego retraer sus extremidades hacia su pecho, repitiendo la secuencia nuevamente. Albert<br />

intuyó correctamente que debía imitar los ejercicios de su entrenadora, aguantando el mayor<br />

tiempo posible, sin lograr acercarse al esfuerzo ejercido por la fuerte mujer.<br />

Podemos considerar terminado el desayuno –declaró <strong>Blaze</strong>, después de trotar 50 vueltas con<br />

subidas y bajadas, o al menos eso contabilizó Albert–. Ahora a buscar el almuerzo.<br />

Albert estaba extenuado, incapaz de responder a las palabras de la maga, con las piernas<br />

temblorosas y completamente sudado. Esta vez el entrenamiento fue más suave, contando con la<br />

suerte de encontrarse un gran venado en el camino, que lamentablemente murió a manos de una<br />

inspirada <strong>Blaze</strong>, quien le ahorcó para no hacerlo sufrir de forma innecesaria.<br />

Con toda esta carne tenemos para varios días. Independiente de eso, todos los días desayunaremos<br />

de la misma manera –destacó y decretó <strong>Blaze</strong>, esperando una respuesta de Albert, al menos un<br />

suspiro para saber que seguía en este mundo–. ¿Algo que decir, Albert?<br />

No, no –espiró Albert, a duras penas, tirándose al piso como un saco de papas.<br />

No te permití echarte –informó la maga al oráculo, obligándolo con su mirada a levantarse.<br />

Faenaron juntos al animal, formando una especie de choza con sus mantas, cocinando los cortes<br />

de carne con el humo de la hoguera, guardando todo dentro de las previamente aseadas tripas del<br />

animal, colgando la improvisada bolsa al lado de las caracolas musicales. Procedieron entonces<br />

con el estudio de la espada, donde Albert fue instruido en las poses y ataques básicos realizables<br />

con armas blancas, utilizando la katana que le proporcionó <strong>Blaze</strong>, mientras que la maga usó una<br />

de las cornamentas del pobre venado.<br />

Atácame, Albert –ordenó <strong>Blaze</strong>, poniéndose en guardia, pidiéndole al joven que pusiera en práctica<br />

todo lo que le enseñó hasta ese momento.<br />

Albert se encontraba más repuesto con el último entrenamiento, ya que constó principalmente de<br />

poses, debiendo ahora realizar efectivamente los movimientos con su katana.<br />

Aquí voy –declaró el muchacho, abalanzándose de golpe contra <strong>Blaze</strong>, doblándosele el tobillo<br />

izquierdo, lanzando un corte descontrolado que fue desviado por la maga con los cuernos,<br />

hundiendo el filo de la katana en la hombrera derecha de su señora, dejando atrapada el arma<br />

dentro de la zanja creada.<br />

¡Maldito idiota, no puedes lanzarte así de repente en una pelea, puedes matarte sin que tu<br />

enemigo haga nada! –reprochó <strong>Blaze</strong>, tomando la katana desde detrás del filo, desenganchándola<br />

de su hombrera, examinando el corte recibido–. Tiempo fuera, tengo que reparar esto.<br />

Albert se sentó en el piso, enfundando su espada, viendo como la maga se quitaba las hombreras<br />

unidas por la espalda, notando por primera vez el grabado que lucía en el torso.<br />

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