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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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escudero, riéndose entre dientes–. Adentrémonos en este pequeño sendero, así quedaremos<br />

ocultos entre las rocas, para no recibir nuevamente molestos gritos.<br />

Los jóvenes continuaron con su marcha, ocultos en un estrecho pasaje formado por elevadas rocas,<br />

avanzando velozmente hacia los pies de la montaña, lugar cercano a la capital del reino del dios<br />

Sol, caminando por horas. Se detuvieron a dormir en una angosta caverna que encontraron,<br />

comiendo los últimos víveres que llevaban, despertándose temprano para seguir con su recorrido.<br />

Suerte que nos alcanzó con el poco de leña que cargábamos para formar una fogata –comentó<br />

Albert, sacándose las legañas de los ojos con las uñas de sus dedos.<br />

Suerte para mí, si se nos hubiese acabado antes, tendría que haberme quedado toda la noche<br />

utilizando hechizos de fuego para que no nos congeláramos –corrigió <strong>Blaze</strong>, sacudiéndose el<br />

cabello, cayendo piedritas y polvo desde su interior.<br />

Caminaron hasta poder divisar las construcciones del reino dorado, tratando de adivinar cuales<br />

eran tabernas y hostales, hambrientos de comida casera y cansados de tener que pernoctar al aire<br />

libre.<br />

Lo único que deseo en este momento es un gran vaso lleno con blanca y fresca leche –deseó Albert,<br />

siendo mirado con desprecio por su señora–. Espera… ¿qué es ese sonido?<br />

¿Qué sonido? –preguntó la joven, levantando la cabeza en diagonal, como si de eso dependiera el<br />

que escuchara mejor–. ¡Ah, eso! Es un temblor, Albert, ¿nunca habías percibido uno?<br />

Si he sentido temblores antes –respondió el aludido, mirando de reojo a <strong>Blaze</strong>, con cara apática–.<br />

Escucha bien, no es un temblor.<br />

No me porfíes, escucha bien tú –rezongó <strong>Blaze</strong>–. Eh, espera, tienes razón, esto es…<br />

Cuando la maga estaba a punto de terminar la frase, un ensordecedor griterío inundó la zona.<br />

Millares de hombres corrían en su dirección, armados hasta los dientes, mirándolos con violencia y<br />

soltando groserías al aire.<br />

¡Un ejército! –gritaron los jóvenes, sorprendidos y sobresaltados, con los cabellos erizados por la<br />

impresión.<br />

Una lluvia de flechas cayó cerca de Albert y <strong>Blaze</strong>, casi atravesándolos, por lo que los muchachos<br />

huyeron del lugar, corriendo con todas sus fuerzas hacia la falda de la montaña, intentando alejarse<br />

de esta, dirigiéndose hacia la capital del reino, pero en su escape se encontraron con otro ejército,<br />

uno que portaba los estandartes del reino del dios Sol, recibiendo de frente el ataque de estos.<br />

¡Maldición! Es hora de defenderse, Albert –indicó <strong>Blaze</strong>, avanzando contra los caballeros del reino<br />

del dios Sol, atacándolos, lo que hizo que el ejército que los atacó en primera instancia dejara de<br />

hacerlo, apoyándolos.<br />

No tienes ni que decirlo –respondió, desenvainando su espada, disponiéndose a pelear.<br />

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