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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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Eres la señorita de esta tarde –afirmó Albert, somnoliento aún, reaccionando de repente–. ¿Cómo<br />

entraste aquí?<br />

Sí, soy la señorita, mi nombre es <strong>Blaze</strong> –respondió la maga, enfatizando las palabras y extendiendo<br />

la mano para saludarle amistosamente.<br />

Perdón por eso… Albert –dijo el joven, presentándose, agarrando la firme mano de la maga, todo<br />

un contraste con su débil extremidad–. Bueno, ¿cómo entraste aquí sin que nadie lo notara?, ¿qué<br />

haces aquí, en mi habitación, de noche?<br />

No creerás que vine para aprovecharme de ti –comentó <strong>Blaze</strong>, mirándolo con cara lasciva,<br />

esperando a ver su reacción.<br />

¿A… aprovecharte… de mí? –tartamudeó Albert, sonrojándose–. ¿a qué te refieres?<br />

La verdad es que necesito que me hagas un favor y quiero saber cuanto me cobrarías –comunicó<br />

la juguetona maga, confundiendo al inocente Albert.<br />

¿Qué quieres que haga por ti? –preguntó Albert con el corazón exaltado, mirando a la joven de<br />

pies a cabeza, notando como la luz incidía sobre la piel desnuda de sus piernas y como se formaban<br />

sombras sobre la sotana que tomó del monje dormido–. ¡Oye, esa ropa no es tuya!<br />

Ahora sabes como entré. Dime, ¿cuánto me cobrarías por una de tus consultas? Recuerda que me<br />

hiciste una gratis ya –consultó la desinhibida maga, tocando uno de los tapados pies de Albert, que<br />

se encontraban bajo las sábanas de la cama.<br />

Albert retrajo sus piernas con una mueca de dolor, abrazando sus extremidades inferiores a su<br />

pecho.<br />

Así que de eso se trataba –expresó desganado Albert, desviando la mirada y sobándose el pie<br />

dañado por el clavo que le atravesó en la tarde–. Consúltame sin más.<br />

Pero dime cuanto me cobrarías –replanteó <strong>Blaze</strong>, esperando que no le pidiera cosas imposibles o<br />

desagradables después de atenderla.<br />

Nada, no te cobro nada, nunca he cobrado nada, a nadie… –sostuvo Albert, recordando todo el<br />

tema con Leasoir, desanimándose aún más por el agrio recuerdo.<br />

¿Por qué el desánimo? No me digas que esperabas algún tipo de ofrecimiento… –consultó <strong>Blaze</strong>,<br />

malinterpretando al muchacho, poniendo cara de repulsión.<br />

Nada que ver, sucede que me enteré de que mis consultas han sido cobradas por mi superior, algo<br />

que se suponía era un servicio gratuito a la comunidad, y otras cosas que no vienen al caso –aclaró<br />

Albert, moviendo las manos con desdén, destapándose el pie herido para evaluarlo–. Creo que<br />

esto se va a infectar.<br />

Mi error. Por tu forma de ser, debe doler el saber que fuiste traicionado por tus camaradas –<br />

comentó la maga, sin darse cuenta de lo punzante de sus palabras.<br />

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