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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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¡Y sí que lo hizo, mira que atar un cabello de su barba a mi mano y que esta apuntara en la dirección<br />

en la que estabas, los magos son impresionantes! –comentó el segundo soldado–. Lo único malo<br />

fue que el cabello se incendió al encontrarte, me dolió…<br />

Maldito viejo –pensó <strong>Blaze</strong>–. Eso explica que siempre sepa dónde estoy, me debe haber hechizado,<br />

ya me las pagará.<br />

Debes acompañarnos inmediatamente, si te niegas… –explicó el primer soldado, siendo<br />

interrumpido por la maga con un ademán.<br />

No me negaré, pero dejemos a esta niña en su casa, después los seguiré al lugar que quieran.<br />

No hay problema, suban –respondió el soldado quemado.<br />

<strong>Blaze</strong> dejó a Ariadne en la puerta de su casa, despidiéndose de ella con un abrazo, prometiéndole<br />

volver a visitarla algún día. Subió nuevamente al carruaje y les pidió a los soldados que avanzaran<br />

a máxima velocidad, le quedaba sólo un día para gastar la energía demoníaca restante. El carruaje<br />

se perdió en el horizonte dejando una polvareda detrás. No sabía dónde estaba exactamente con<br />

respecto al castillo del rey, pero si sabía que de dirigirse hacia allá a pie era un trecho largo de por<br />

lo menos un día entero. Aprovechó de dormir hasta que sintió que la carrera de los caballos<br />

disminuyó a un sosegado trote.<br />

¿Ya llegamos? –preguntó la somnolienta muchacha, viendo los primeros rayos de sol despuntar.<br />

Estamos entrando en la ciudadela, hechicera –respondió el soldado que conducía, el otro dormía<br />

sentado en su puesto.<br />

El castillo fue emplazado en medio de la ciudad, pero sólo contaba con una entrada principal, con<br />

tal de que en caso de invasión sólo hubiera un lugar donde concentrar la defensa de la fortificación,<br />

ya que las ventanas fueron construidas en lo alto de las torres, imposibilitando el ingreso. Las casas<br />

de los habitantes de la ciudad rodeaban al palacio, desarrollándose su día a día dentro de este<br />

entorno fortificado. <strong>Blaze</strong> fue conducida al interior de la vivienda real, siendo recibida por un lo que<br />

ella consideró un alfeñique, al que tuvo que explicarle el por qué ella estaba ahí y no su maestro.<br />

Espero que el rey comprenda que tu viejo maestro no pudiera venir y que tú puedas suplir su<br />

presencia –expresó con desgano el hombrecito–. El monarca está dispuesto a darte lo que sea si<br />

eres capaz de cumplir su petición.<br />

¿Lo que sea? –preguntó <strong>Blaze</strong>, incrédula, mirando por sobre el hombro del tipo hacia una columna<br />

de mármol puesta en medio de la sala en la que reposaba un bello collar dorado con una gran<br />

gema azulada.<br />

¡Oh! Veo que ha llamado su atención la preciada joyería de nuestra amada reina… –comentó el<br />

delgado ser, atento a la mirada de la maga–. Puede ser suyo, si lo desea… ¿quiere probárselo?<br />

No, no, no… Bueno, no le haré daño si lo uso un momento, ¿cierto? Entretanto no me vea la reina<br />

–replicó juguetona.<br />

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