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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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el público, decidiendo regresar por el mismo camino que había recorrido tiempo atrás, pensando<br />

que <strong>Blaze</strong> debía encontrarse en algún puesto de venta de alcohol. Salió del lugar caminando entre<br />

las eufóricas féminas, siendo empujado por una presurosa niña que se estaba colando entre el<br />

público, cayendo al suelo.<br />

¡Perdón! –dijo la regordeta niña, metiéndose a presión entre los espectadores, avanzando hasta la<br />

primera fila de mujeres dispuestas en círculo frente a Klaus.<br />

No te detengas –respondió Albert, siendo acallado por el griterío presente en la plaza.<br />

Albert se levantó del piso, sacudiéndose el polvo de las posaderas, escuchando repentinamente la<br />

voz de <strong>Blaze</strong>, gritando el nombre del juglar, siguiendo el acérrimo vitoreo de su señora para<br />

finalmente ubicarla.<br />

¡<strong>Blaze</strong>! ¡¿Dónde estás?! –exclamó Albert, caminando de vuelta, quedando nuevamente en el<br />

círculo exterior que rodeaba al interprete, mirando hacia los lados, sin dar con el paradero de <strong>Blaze</strong>.<br />

El oráculo inspeccionó al público, mirando por sobre las cabezas de todas las mujeres, buscando a<br />

su alta señora, quien debía sobrepasar en tamaño a casi todas las féminas presentes, pero no la<br />

encontraba a pesar de escuchar muy cercanamente su voz.<br />

Quizá este agachada o sentada en el piso, no tiene problemas con un poco de polvo –pensó el<br />

muchacho, dirigiendo su mirada más abajo–. Cabello parecido, pero rellenita y pequeña… Cabello<br />

largo y oscuro… Espera, ¿<strong>Blaze</strong>?<br />

<strong>Blaze</strong> estaba envuelta en su capa, pero su figura distaba mucho de la que Albert conocía,<br />

presentándose más pequeña que él y regordeta, con facciones redondeadas, como si hubiese<br />

comprimido todo su cuerpo en un diminuto espacio. Albert pensó estar desvariando.<br />

¡¿<strong>Blaze</strong>?! –preguntó Albert, pero no fue escuchado por la mujer, quien salió corriendo hacia Klaus,<br />

colgando en el cuello del juglar una concha adquirida en su reciente visita a la costa, gritando<br />

desaforadamente.<br />

¡Hola, eres la niña de las conchitas, tanto tiempo sin verte! –saludó Klaus a una irreconocible <strong>Blaze</strong>,<br />

quien lo miraba con ojos melosos, derrochando amor por los poros.<br />

Por favor, llegué hace poco acá, canta una de tus canciones nuevas, te lo ruego –pidió <strong>Blaze</strong>,<br />

sentándose en el piso cerca de Klaus, moviendo la cabeza de lado a lado, invitando a las otras<br />

celosas mujeres a aplaudir a su cantante favorito.<br />

¡Por supuesto, lo que sea por una admiradora! –contestó Klaus, procediendo a tocar su<br />

instrumento, repitiendo una de las canciones interpretadas hace rato.<br />

Klaus cantó y tocó su laúd, moviendo frenéticamente los dedos de sus manos, justificando su apodo,<br />

recordando a un escorpión caminando sobre el instrumento musical mientras agarra rápidamente<br />

las cuerdas con sus pinzas y aguijón.<br />

¡Escorpión, escorpión, escorpión! –gritó el público al finalizar su interpretación, aplaudiendo al<br />

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