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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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Aunque no lo creas, y déjame explicarte antes de que me acuses de insensible, vamos a comer.<br />

Cuando estaba aún vivo, el señor Datiel me ofreció comida de su despensa, y te aseguro que no<br />

querrás comer después de que carguemos su cuerpo al interior de la casa, así que vamos a<br />

nutrirnos un poco, necesitaremos fuerza más rato –explicó <strong>Blaze</strong>, pasando su mano por sobre el<br />

cadáver, cubriéndolo con un hechizo ilusorio, quedado la calle limpia y vacía–. Entremos.<br />

Si lo pones así, no tengo nada que decir –dijo Albert, siguiendo a la maga al interior de la casa.<br />

Aun así abriste la boca –respondió la joven.<br />

<strong>Blaze</strong> fue a la habitación del occiso, encontrando la bolsa con monedas de oro, guardándola dentro<br />

de su saco mágico, dirigiéndose posteriormente a la despensa, donde se encargó junto a Albert de<br />

vaciarla, para que ninguno de los productos se desperdiciara ante la falta de habitantes en el<br />

inmueble, comiendo rápidamente y en silencio. Una vez terminada la comilona, fueron a la calle a<br />

recoger el cuerpo de Datiel, subiéndolo al tercer piso, dejándolo al lado del cuerpo de Amira.<br />

Tenías razón, suerte que comimos antes de… de… –dijo Albert, tapándose la boca, sintiendo<br />

náuseas.<br />

¡Cálmate! Ni se te ocurra vomitar, o te juro que te… –amenazó <strong>Blaze</strong>, enseñándole un puño al<br />

escudero–. Ahora viene lo desagradable, si te afectó tanto el cargar un muerto, mejor ni veas, mira<br />

por la ventana para que se te pasen las náuseas.<br />

<strong>Blaze</strong> sacó su oculto caldero, metiendo dentro de este los dos cuerpos, procurando que no<br />

sobresalieran partes por sobre el borde, tapándolo casi completamente con la tapa del recipiente,<br />

posando su mano derecha en el exterior de la gran olla, encendiéndose un abrasador fuego en su<br />

interior, comenzando a incinerarse los cadáveres.<br />

¿Qué haces?, ¿por qué los estás incinerando? –preguntó Albert al escuchar pequeñas explosiones<br />

provenientes de los huesos que se estaban quemando.<br />

¿Acaso creías que íbamos a salir caminando por las calles cargando dos cuerpos semi-destrozados?<br />

–preguntó retóricamente <strong>Blaze</strong>–. Esta es la mejor forma, después arrojaremos sus cenizas lejos de<br />

aquí.<br />

Pero si cabían dentro de tu olla, podríamos haberlos cargado fuera de acá y luego enterrarlos juntos,<br />

como nos pidió –insistió Albert, viendo como el humo salía del caldero.<br />

No puedo poner nada vivo o que haya estado vivo dentro de la olla. ¿No te resulta raro que nunca<br />

haya guardado restos de comida como reserva para el futuro? No es posible, lo intenté un par de<br />

veces y los resultados fueron… indecibles –contraargumentó <strong>Blaze</strong>, zanjando el tema.<br />

Ahora que lo dices, nunca te vi… –dijo Albert, siendo interrumpido por las palabras de su señora.<br />

Albert, ¡cállate! –mandó <strong>Blaze</strong>, agregándole más calor a la olla, para terminar pronto con la<br />

cremación.<br />

Los viajeros abandonaron la casa de la difunta pareja, caminando en la noche, trasnochando para<br />

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