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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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Capítulo 26 – ¡Strana!<br />

Los viajeros continuaron su travesía en búsqueda del corazón del único ser divino, caminando varios<br />

días por la orilla del mar, disfrutando de soleadas jornadas y alimentos extraídos del mar, arrasando<br />

la fauna marítima de la zona debido a su gula, abandonando finalmente los territorios del reino del<br />

dios Sol, internándose en el reino de Strana, pasando primero por sus pueblos más pequeños en<br />

dirección hacia su capital.<br />

Eres… un… maldito… suertudo… –comentó <strong>Blaze</strong> al observar los coloridos trajes de los bufones y<br />

escuchar juglares cantando, caminando entre los habitantes de la capital, quienes disfrutaban de<br />

una grandiosa fiesta popular.<br />

Nuevamente cumpliste tu palabra –dijo sonriente Albert, contemplando los juegos y puestos de<br />

comida dispuestos en todas las calles–. ¿Qué estarán celebrando?<br />

No lo sé y tampoco me interesa averiguarlo, disfruta lo que más puedas para que sigamos con<br />

nuestra búsqueda –respondió la mujer con desencanto, echando a Albert y alejándose de él,<br />

sentándose en un puesto que vendía cerveza, ofreciéndoles como pago la botellita con el metal<br />

líquido recolectado días atrás, siendo expulsada del lugar.<br />

Albert miró hacia atrás, observando toda la situación, sonriéndose por el descaro de su señora,<br />

avanzando entre la festiva multitud, separándose de <strong>Blaze</strong>. El oráculo participó de las variadas<br />

actividades que encontró en el camino, compitiendo por ver quien comía más rápidamente un<br />

pastel, perdiendo en las primeras rondas al casi atragantarse; luego viendo una pieza teatral en un<br />

pequeño callejón, riendo como loco por la comedia presentada; terminando su paseo en la plaza<br />

principal de la ciudad, donde un juglar cantaba rodeado de una multitud de mujeres de dispares<br />

edades, todas embelesadas por el cantautor.<br />

Creo que he escuchado esta voz antes, pero no sé dónde –pensó Albert, mirando al hombre<br />

interpretar su música, con una firme y entonada voz, acompañado por su laúd–. ¡Oh, lo recordé!<br />

Es la voz del tipo que <strong>Blaze</strong> capturó en sus conchas de mar, se está perdiendo su espectáculo, quizá<br />

donde se encuentre, ¿debería buscarla para que después no me culpe por no haberlo escuchado?<br />

El público, principalmente femenino, coreaba el nombre del juglar, Klaus, pidiéndole que<br />

interpretara más canciones para su deleite, aplaudiendo cada una de las palabras que salían de su<br />

boca. Klaus era un hombre tan bajo como Albert, pero con un rostro mucho más varonil, luciendo<br />

un cabello frondoso, brilloso, voluminoso y rizado; una amplia frente que se extendía sobre unas<br />

cejas redondeadas, que recordaban a dos medialunas, posadas sobre dos azules faroles separados<br />

por el fuerte tabique nasal de su medianamente prominente nariz, todo esto posado sobre dos<br />

carnosos y expresivos labios que dejaban entrever una cuidada y resplandeciente dentadura.<br />

No sé qué le encuentran, no es para nada bello –criticó mentalmente Albert, mirando para todos<br />

lados tratando de encontrar a <strong>Blaze</strong>.<br />

Albert escuchaba el espectáculo de Klaus sin prestar mucha atención, buscando a su señora entre<br />

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