Blaze!

Amor, cierra los ojos, esto te dolerá un poco, pero terminará rápido –dijo Datiel, tachando la
primera letra de la palabra, la letra Aleph, quedando escrito Met (muerte).
Amira gimoteó levemente ante los cortes recibidos, abriendo inmediatamente los ojos, mirando
por última vez a Datiel.
Te amo, Datiel, perdóname por huir después de golpearte, pensé que te había matado, fue… lindo…
verte… de… –dijo Amira, quedándose completamente sin fuerza, emitiendo una lívida luz por todo
su cuerpo, su alma había vuelto a su lugar de reposo.
Datiel y Albert se pusieron a llorar al mismo tiempo, tapándose el rostro con ambas manos,
escurriendo voluminosas y saladas lágrimas por entre sus dedos, mientras Blaze los miraba en
silencio con incomodidad, sin atreverse a decir ni una palabra. El cuerpo de Amira comenzó a
descomponerse, marcándosele los huesos, secándose y ennegreciéndosele la piel, cayéndosele el
cabello por mechones.
Ahora les daré el DSH –dijo Datiel, hundiendo amorosamente el cuchillo de plata en el pecho del
cadáver de Amira, ante el desconcierto de los jóvenes.
¿Lo puso dentro de ella? –preguntó Blaze enérgicamente, intentando alivianar el ambiente,
sacudiéndose la pena ajena, viendo que Albert seguía llorando.
Sí, creí que era la mejor manera, no… –explicó Datiel, mirando a la maga con sus ojos aún con
lágrimas, sintiendo un frío extremo en su mano que se aprestaba a introducir en el corte realizado.
Los ojos de Amira se habían secado por completo, dejando unos huecos oscuros en el cráneo de la
mujer, espantando a Datiel, quien volvió la mirada hacia ella al percatarse del frío. Repentinamente,
dentro de las fosas oculares se encendieron unas pequeñas y revoltosas esferas lumínicas de
distintos colores, moviéndose en todas direcciones a gran velocidad, creciendo en tamaño sin dejar
de sacudirse, mientras que la oscura y marchita piel de la mujer cambió completamente de color,
volviéndose blanca y brillante como la luna.
¡ME NIEGO A MORIR NUEVAMENTE! –gritó el cuerpo de Amira con voz tenebrosa, levantándose
del piso, apretando los dientes, disparando la luz acumulada en sus ojos en forma de destellantes
rayos plateados.
Blaze reaccionó instintivamente, cubriendo a Albert, utilizando el hechizo protector Fire Wall,
creando un muro que contuvo los rayos de luz momentáneamente, saliendo disparada por el aire
junto a su escudero, cayendo lejos del lugar donde se encontraban parados.
¿Qué sucedió? –se preguntó la joven, viendo al oráculo inconsciente por la caída, notando que
varias casas fueron impactadas por los rayos que intentó bloquear–. Albert, despierta, ¡despierta!
Las casas impactadas estaban en ruinas e incendiándose. Los moradores que sobrevivieron salieron
de los escombros desorientados, sin saber que los había atacado, escapando al ver al espectral ser
que gritaba parado en la calle, acumulando energía mágica para embestir nuevamente.
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