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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar...

Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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No lo sé, pero creo que ya elegimos bando. Quedémonos un tiempo con estos tipejos para<br />

averiguar de qué se trata esta batalla, así podemos alimentarnos gratis también –reflexionó <strong>Blaze</strong>–.<br />

¡A batallar!<br />

Los dos muchachos se infiltraron nuevamente en las filas enemigas, derrotando a los contrincantes<br />

cada uno a su manera, ayudando a los extranjeros a luchar contra los abanderados del reino del<br />

dios Sol.<br />

¡Si no quieres matarlos ni tampoco que te odien, hiérelos con la punta de la espada en los puntos<br />

que te enseñé! –sugirió <strong>Blaze</strong>, masacrando a varios hombres, mandándolos a volar con múltiples<br />

explosiones.<br />

¡Casi me había olvidado de eso, las técnicas de tu maestro Bel son excepcionales! –respondió<br />

Albert, atravesándole el muslo a un contrincante, retirando rápidamente la hoja de la espada para<br />

continuar peleando.<br />

¡Y sólo te enseñé lo más básico, no necesitas más para estos pelafustanes! –dijo la maga,<br />

golpeando con la espada, desarmando a un joven guerrero, el que huyó al verse desarmado–.<br />

Cobarde…<br />

¡¿No lo mataste?! –consultó el oráculo, descansando un momento, aprovechando de encontrarse<br />

en un lugar sin enemigos cercanos.<br />

No mato a cualquiera, sólo a los que desean luchar hasta la muerte, ese quería vivir aún, mira lo<br />

lejos que va, maldito desertor –explicó <strong>Blaze</strong>, mirando cómo se alejaba el joven que dejó vivir,<br />

yendo al lado de su escudero–. ¡Miren, allá va un desertor!<br />

¡<strong>Blaze</strong>! Si lo dejaste vivir, no lo metas en problemas –susurró firmemente Albert, respirando agitado,<br />

con la katana empuñada con ambas manos, apoyando la punta de la espada en el barro producido<br />

de la mezcla de tierra, sangre y sudor–. No puedo más, he recibido algunos cortes, pero ninguno<br />

de gravedad…<br />

Así veo, yo sólo estoy manchada de sangre ajena y el polvo se mezcló con mi sudor, me pica todo,<br />

pero no me rascaré nada acá, hay muchos mirones, incluyéndote –replicó la maga, contando su<br />

experiencia de batalla–. Ven, te curaré la primera herida, si no lo hago pronto te dejará cicatriz.<br />

No, está bien, déjala así, sólo cura las otras heridas, por favor –pidió Albert, tapando con su mano<br />

el corte sobre el avambrazo–. Ya no me duele y será un recuerdo de este día.<br />

Si lo deseas así, no tengo problema, pero si se te infecta después y pierdes el brazo por eso, es tu<br />

problema, no mío –recomendó la maga, intentando hacer entrar en razón al oráculo.<br />

¡No lo había pensado así, cauteriza, cauteriza! –exclamó histérico el muchacho, moviendo el brazo<br />

como si se tratara del cuello roto de una gallina.<br />

Espera –dijo <strong>Blaze</strong>, lanzando una gran Fire Ball a unos enemigos que venían en su dirección,<br />

haciéndolos volar por el aire con la explosión–, debo lavarla primero, no sirve de nada cerrar el<br />

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