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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar...

Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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tapándose de pies a cabeza. <strong>Blaze</strong> durmió sentada, despertando cada cierto tiempo para vigilar a<br />

los Morones que horas atrás le lanzaron burdos piropos. De madrugada, cuando todos dormían, la<br />

hechicera tomó al aturdido oráculo, apoyándolo en su espalda y sujetándolo desde los brazos,<br />

elevándose silenciosamente por el aire, perdiéndose entre la neblina matutina.<br />

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~<br />

Frente a las cerradas puertas de la asediada ciudad de Ílio.<br />

Ya no pesas lo mismo, Albert –suspiró <strong>Blaze</strong>, cansada por haber cargado por el cielo al dormido<br />

muchacho por casi una hora, cargándolo sobre su hombro otra hora más cuando dejó de volar,<br />

dejándolo sentado contra las inmensas puertas de la ciudad, apoyándose en estas para recuperar<br />

el aliento, respirando profundamente–. ¡Despierta, oráculo dormilón!<br />

Albert abrió los ojos sobresaltado, cerrándolos nuevamente como si nada, emitiendo una jerigonza,<br />

mezcla de quejido y petición, ladeándose, cayendo contra el piso de cabeza, despertando de<br />

inmediato.<br />

¿Qué paso? Me duele la cabeza… ¿por qué me golpeas, <strong>Blaze</strong>? –preguntó a la maga, quien seguía<br />

apoyada con su mano en una de las puertas, con los pómulos prominentes, las mejillas hundidas y<br />

unas marcadas ojeras, sudando por todos sus poros–. ¿Estás bien?<br />

¿Y te extraña? Acabas de azotarte la cabeza en el piso, aunque no descartaría que sea resaca…<br />

Estoy bien, sólo con un poco de sed… y hambre. Encárgate tú, llama a la puerta para que nos abran,<br />

di que somos viajeros, que venimos de pasada, nada más –ordenó la deshidratada joven, sacando<br />

de su oculta bolsa la cantimplora llena de cerveza, bebiéndola desesperadamente.<br />

Albert tocó fuertemente la puerta, golpeando con su puño, pero no salió nadie a recibirles, así que<br />

comenzó a asestar patadas en la entrada, gritando para hacerse escuchar, retumbándole los golpes<br />

en los oídos, produciéndole más dolor de cabeza. Desde una alta torre cercana a las puertas salió<br />

una voz, preguntándole que deseaban.<br />

Somos viajeros, deseamos entrar a su ciudad para abastecernos y conocer la localidad –respondió<br />

Albert, mirando de vez en cuando a <strong>Blaze</strong>, quien se había echado en el piso a descansar del<br />

cansador vuelo.<br />

La entrada está cerrada indefinidamente, la ciudad está siendo asediada y sólo residentes de la<br />

ciudad pueden entrar y salir de esta –explicó el guardia, al cual sólo se le veía el casco sobresaliendo<br />

por sobre unas cuadradas rocas que formaban una pared de protección frente a la torre de<br />

vigilancia–. No podemos confiar en nadie en este momento, menos si vienen a golpear nuestras<br />

puertas exigiendo entrar, discúlpenos.<br />

En ese momento Albert recordó que estaba vistiendo su armadura, por lo que intentó cubrirla con<br />

sus ropas, pero se encontró con que no las estaba portando.<br />

<strong>Blaze</strong> debe habérmela quitado mientras dormía –pensó el muchacho, ideando inmediatamente el<br />

utilizar a la maga como pretexto–. Entiendo su situación, pero necesito su ayuda, mire por favor a<br />

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