Blaze!

Bueno… tuve una de mis visiones, creo que debemos buscar al gólem –comentó Albert, ocultando
su encuentro con Bhasenomot, atribuyendo la información sobre el gólem a su capacidad divina.
¿Buscar al gólem? Eso suena muy específico, ¿cómo saber cuál es el correcto si hay más de uno? –
preguntó Blaze, dudosa de la interpretación que Albert hizo de su visión.
No lo sé, es lo que pude interpretar de mi visión, debemos buscar un gólem en este pueblo o en
sus cercanías, sólo eso sé –aseveró Albert–. Vamos.
Bueno, te seguiré, eres el experto en interpretar las respuestas a tus consultas, algo encontraremos
en este pueblucho –concedió Blaze, recogiendo las presas y siguiendo al muchacho–, ¿sentiste ese
rico aroma? Que ganas de comer vaca asada, lástima que tendremos que conformarnos con estas
ardillitas.
Albert caminó en silencio, llorando en su interior, acongojado por el destino de la vaquita asesinada
por Bhasenomot, esperando que su muerte pudiera ayudarles realmente en su búsqueda.
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Datiel llevaba tiempo intentando lograr su ansiada hazaña, pero todos sus intentos de animar su
último gólem habían sido infructuosos, frustrándose por su incapacidad. Anteriores veces animó
exitosamente varios gólems, pero esta ocasión era especial, intentaba animar un gólem con
consciencia plena, con la mente y espíritu de una persona muerta, su amada esposa Amira.
Amira murió repentinamente, aquejada de una enfermedad letal que contrajo luego de manipular
lana de las ovejas que criaban sus padres para ganarse la vida, dejando al hombre solitario en su
granja. Más Datiel no se quedó de brazos cruzados, poniéndose a investigar una historia que
hablaba sobre como animar un ser sin alma, creyendo que de esta forma podría traer de vuelta a
la vida a su querida Amira.
Datiel se instruyó por varios años en las tradiciones cabalísticas de su religión, volviéndose un
experto en el tema, reconociendo a su pesar su incapacidad de regresar de la muerte a cualquier
persona utilizando tal método, sobre todo tomando en cuenta el pobre estado de conservación del
cuerpo momificado de Amira. Pero un día, cuando su amor se estaba aquietando dentro de su
corazón, encontró una información que le devolvió la esperanza de poder volver a ver a su esposa,
una roca misteriosa y poderosa, capaz de cumplir cualquier deseo si se sabía utilizar, estaba
esperando a ser encontrada por él. Datiel enfocó todos sus esfuerzos en encontrar tan maravilloso
artefacto, siguiéndole la pista hasta la gran biblioteca de Libër, atreviéndose a robar tal información
del establecimiento para lograr su cometido, contraviniendo todas sus costumbres en pro de un
bien mayor, hasta que su esfuerzo rindió los frutos esperados.
Hasta que te encontré –dijo Datiel, atesorando un trozo del corazón del único ser divino,
guardándolo entre sus pertenencias, cerca de una bolsa con monedas de oro.
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