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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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disponibles y cabalgando raudamente a la mansión de Camille. No comprendía que le había pasado,<br />

pero si sabía que la muchacha debía odiarlo por faltar a su “rendezvous” pactado, debía<br />

apresurarse para intentar explicar lo injustificable. Cuando llegó a la residencia de Valois ya era<br />

pasada la hora de la siesta, siendo recibido por Édouard en la entrada.<br />

Monsieur Édouard, si mal no recuerdo… –saludó Antoine, apresurado–. ¿Se encontrará<br />

Mademoiselle Camille en su residencia?<br />

¿Nos conocemos, Monsieur...? –preguntó el criado, extrañado por la situación y creyendo recordar<br />

el rostro del urgido soldado–. ¿qué desea uno de los selectos defensores de nuestro querido rey<br />

Bod?<br />

Antoine, llámeme Antoine. Está es una visita personal a mademoiselle Camille –respondió de<br />

forma cortante al sirviente, mirando al interior de la residencia, con la frente sudorosa.<br />

Si fuera un asunto oficial estaría obligado a responder, pero… –explicó Édouard, exculpándose–.<br />

¿Se siente usted bien?<br />

Antoine estaba con el rostro lívido y los labios amoratados. No dejaba de temblar y sudar,<br />

pestañeando constantemente, como si le costara mantener la consciencia. Entre su nublada visión<br />

vislumbró una terraza en el segundo piso de la construcción familiar, lugar donde reposaba Camille,<br />

echada sobre un asiento gigantesco acolchado por grandes almohadones.<br />

Es ella, allá está… –murmuró Antoine, reposando su torso sobre el cuello de su caballo,<br />

golpeándolo para que se infiltrara en la mansión de Valois–. ¡Camille!<br />

¡Monsieur, usted no puede…! –gritó el portero, siendo ignorado por el maltrecho Antoine.<br />

El soldado enamorado cabalgó hasta quedar debajo de la azotea, siendo recibido fríamente por la<br />

niña de preciosas pupilas, mirándolo desde la altura como quien mira a un vil gusano.<br />

Camille, perdóname por no asistir a nuestra cita, puedo explicarlo, yo… –dijo Antoine,<br />

silenciándose al ver que la muchacha iba a tomar la palabra.<br />

Demoraste mucho en encontrarme esta vez, Vincent –dijo Gerôme con la suave voz de la princesa<br />

de la casa.<br />

¿Qué?, ¿qué dices, Camille? Soy yo, Antoi… Antoine –tartamudeó el hombre, sintiendo como si<br />

fuera succionado desde el interior de su cuerpo, quedando sólo una carcasa cárnea cubriéndolo,<br />

acababa de ser apresado en su mente, tal como lo estaba su amor frente a él, desde hace tiempo–.<br />

¡Maldito Gerôme! ¿hasta cuándo piensas que estaremos haciendo esto?<br />

Gerôme-Camile se levantó del cómodo sillón, perdiéndose en su habitación y luego en los pasillos<br />

de la mansión, saliendo por la parte trasera de la vivienda. Vincent-Antoine rodeó la gran<br />

construcción, encontrándose de frente con un caballo montado por su hermano-amada, quien le<br />

propinó una patada en su costado izquierdo, haciéndole perder el equilibrio sobre su bestia de<br />

carga. Los dos poseídos salieron de la residencia de Valois, en rauda persecución, perdiéndose entre<br />

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