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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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Capítulo 13 – Albert.<br />

Fueron las primeras imágenes que vi al llegar a este mundo, incluso antes de abrir mis ojos por<br />

primera vez, acompañándome desde que tengo consciencia… Comenzó como un sueño recurrente,<br />

del que no distinguía mayores detalles, en el veo a una anciana recostada sobre un lecho de hojas<br />

secas, realmente no puedo divisar su cuerpo o su ropaje, mi vista se concentra en su mirada,<br />

ardorosa y llena de vigor, luchando por mantenerse en esta mortal existencia. No sé quién sea esta<br />

mujer, pero mi corazón se destroza al verla en ese estado, viendo como la vida le abandona<br />

rápidamente, a pesar de que ella no lo desee, sé que su muerte es inminente y nada puedo hacer<br />

para ayudarla…<br />

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~<br />

Al principio hubo sólo tinieblas y desde su más profundo interior un solitario ser emergió. El ser<br />

estaba ciego, su entumecido cuerpo no era capaz de apreciar su entorno en formación, sentía como<br />

si fuera una mente disuelta, sin contornos ni límites, vagando en la fría eternidad. Pero esto no<br />

duraría para siempre, ya que este se golpeó una extremidad con una gran roca presente en su<br />

camino. Se había topado con nuestro mundo, algo muy distinto a él. Comenzó a experimentarlo<br />

mediante golpes, que era la única forma que conocía para percibir hasta ese momento, pero lo<br />

único que sentía era dolor. Repetición tras repetición, golpe tras golpe, y cansado de su dolorosa<br />

existencia, decidió acabar con su vida, destrozando su cuerpo con sus poderosos miembros,<br />

liberando un cristalino líquido desde sus entrañas, lo que le hizo reparar en su error, no era ciego<br />

por carecer de vista, sino porque la luz había sido recién creada, bañando al mundo en el que ahora<br />

yacía destruido, iluminando su sagrada sangre. Más su aniquilación no fue en vano, cada una de<br />

las partes de su destrozado cuerpo formaron nuevas y diferentes formas de vida con características<br />

que reflejaban su procedencia… –narró Leasoir, uno de los sacerdotes de más alto rango, leyendo<br />

el mito de la creación del mundo desde un colorido, grueso y sagrado libro.<br />

Y se supone que soy descendiente de los ojos del único ser divino –contribuyó Albert, escasamente<br />

convencido por las palabras del clérigo.<br />

Si fuera otro el caso, serías descendiente de la sagrada boca del único ser divino o de otra de sus<br />

santas divisiones, pero no hay otra manera de explicar lo que tu puedes hacer, mi niño, no la hay –<br />

aseveró el hombre de fe, cerrando el libro de las escrituras divinas.<br />

¿Pero no va contra mi supuesta ascendencia? No soy capaz de ver nada… –preguntó el muchacho,<br />

contrariado.<br />

Hay distintas formas de ver, Albert, tu forma de percibir el mundo es distinta a los demás, lo que<br />

no invalida para nada tu procedencia, sólo refuerza la tarea que realizas aquí para todos, para<br />

nosotros –explicó el sacerdote, palmoteándole un hombro–. Ahora, vuelve a tus ocupaciones y no<br />

vuelvas a dudar de ti.<br />

Albert se fue cabizbajo a la pequeña habitación acondicionada para su trabajo, sentándose en su<br />

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