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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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Capítulo 24 – Masacre.<br />

<strong>Blaze</strong>, tengo hambre… –rezongó el malnutrido Albert, sintiendo como se le agotaban las fuerzas<br />

por caminar sin desayunar.<br />

Come tierra entonces, te advertí que esto podría pasar, si no te gusta… –advirtió la maga,<br />

mostrando que la falta de alimento también le estaba afectando.<br />

Perdón –respondió Albert, asiendo por reflejo la katana desde su mango, como si fuera a<br />

desenvainarla.<br />

¿Y qué se supone que fue eso? –preguntó <strong>Blaze</strong> ante el reflejo de su escudero y pupilo.<br />

¡Perdón! –gritó Albert, bajando la cabeza como un perro arrepentido de gruñir a su dueño.<br />

Los muchachos caminaron lentamente por los rurales senderos de la ciudad de Ílio, arrancando<br />

algunos pequeños frutos encontrados en las laderas del camino, huyendo para no ser descubiertos<br />

por los propietarios de las tierras, comiendo rápidamente el botín. Luego de unas horas de andar,<br />

dieron con un pequeño predio, lugar en que un viejo campesino recogía unos mustios vegetales,<br />

echándolos en una canasta que colgaba de su antebrazo.<br />

¡Señor! –gritó <strong>Blaze</strong> a modo de saludo–. ¿Puedo hacerle una consulta?<br />

Por supuesto, señorita, mientras pueda serle de ayuda –respondió el viejo, enderezándose,<br />

sobándose la espalda en la parte baja.<br />

Gracias. ¿Ha escuchado alguna historia local sobre una piedra mágica encontrada en esta zona<br />

rural? –preguntó <strong>Blaze</strong>, sin tapujos, acercándose al hombre.<br />

Claro que sí, fue acá. Bueno, no exactamente acá, pero si en aquel terreno, actualmente baldío –<br />

respondió el hombre, señalando el campo vacío cercano al suyo.<br />

¡En serio! –exclamó la muchacha, alegre por haber dado finalmente con el lugar, mientras Albert<br />

oteaba el terreno unos pasos más atrás.<br />

Pero si fuera uno de ustedes, no intentaría meterme allá, esa tierra está maldita, nadie se atreve a<br />

aproximarse –comentó su parecer el anciano–. La historia de la piedra mágica me la contó mi<br />

abuelo y también lo que les pasó con los residentes de la casa.<br />

Buenas tardes –saludó Albert, uniéndose a la conversación–, ¿qué pasó con los residentes?<br />

Murieron –dijo escuetamente el hombre–. Se dice que un mago extranjero les robó la piedra<br />

mágica y dejó una maldición en la tierra, ya nada crece allá, ni los animales más tontos se atreven<br />

a poner un pie dentro de ese campo, es muerte segura.<br />

¿<strong>Blaze</strong>? No soy capaz de sentir nada, ¿tú…? –preguntó Albert al no sentir energía mágica aparente<br />

en el lugar.<br />

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