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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar...

Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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ese mismo momento estaban comiéndose, preparando algunos peces que pescaron como almuerzo.<br />

Tu sácale las vísceras, yo los haré sopa –mandó <strong>Blaze</strong>, sacando un enorme caldero desde el interior<br />

de la bolsa oculta dentro de su armadura, sorprendiendo al incrédulo Albert.<br />

¡¿Qué?!, ¿cómo hiciste eso?, ¿siempre has estado cargando eso contigo? Es imposible, no hay lugar<br />

para guardar una olla de tal tamaño –comentó Albert, escéptico ante la escena, abalanzándose<br />

sobre el caldero para comprobar si era real–. No es otra de tus ilusiones, ¿cierto?<br />

¿Ilusión?, ¿desconfías de mí o eres de esos tontos que se sorprenden de los magos de feria que<br />

sacan animales escondidos desde sus ropas y les aplaudes como si fuese un gran logro? –preguntó<br />

retóricamente <strong>Blaze</strong>, sacando de encima del caldero a Albert, golpeando el metal con los nudillos<br />

para hacerlo resonar–. Es verdadero, ¿ves?<br />

Nunca he visto a magos sacando animales escondidos, tampoco he ido a ningún tipo de celebración,<br />

solamente me sorprende lo que puedes guardar en tu bolsa mágica –explicó Albert, lamentándose<br />

por su desconocimiento de las festividades populares.<br />

Pobre Albert, recluido en su monasterio sin conocer el mundo que lo rodea… Ni te imaginas que<br />

más guardo allá dentro, lo único que te puedo decir es que nadie más que yo lo puede sacar –dijo<br />

<strong>Blaze</strong>, mostrando la bolsa vacía al oráculo, para luego sacar de su interior una larga cuchara de<br />

madera–. ¿Qué es una hechicera sin sus propios utensilios para pociones?<br />

Siempre sorprendiéndome –dijo Albert, soltando un suspiro, dejándose caer en la arena.<br />

Menos sorpresa y más tripas, ábrelos, iré a buscar agua –indicó la maga, lanzándole su antigua<br />

espada rota, agarrando su capa.<br />

<strong>Blaze</strong> se metió nuevamente al agua, hundiendo su capa para formar una bolsa, llenándola de agua,<br />

corriendo hacia el caldero para vaciar el líquido en su interior, no sin antes ejecutar un hechizo.<br />

¡Mineralize! –exclamó la joven, soltando de a poco su capa, dejando caer el agua límpida en el<br />

caldero, palpando el manto, hallando una bola de cristal blanco en su interior, lanzándosela a<br />

Albert–. Toma, es sal, ¿se te ofrece algún truco más o también debo llevarte a un festival?<br />

¿Harías eso por mí? –consultó esperanzado Albert, brillándole los ojos por la falsa propuesta.<br />

¡Qué va! Buscando ese maldito trozo de corazón terminaremos metidos en un festival alguno de<br />

estos días, pero no lo hago por ti, sólo digo que es completamente factible que suceda, para no<br />

atarme a fechas… –dijo <strong>Blaze</strong>, accediendo a medias a la petición de su escudero.<br />

¡Genial! –exclamó Albert, como si fuera un niñato.<br />

Los viajeros cocinaron los peces eviscerados junto a la aleta dorsal del diminuto tiburón, pasando<br />

una agradable tarde frente a la orilla del mar, divirtiéndose en el agua, refugiándose al atardecer<br />

lejos de la arena y la brisa marina, limpiando un terreno boscoso para poder pasar la noche.<br />

Me siento pegajoso –comentó Albert, frente al cálido fuego encendido por su maestra de nado y<br />

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