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Blaze!

Esta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse. No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada. Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible. https://blaze.000webhostapp.com

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Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los que enfrentarse, en parte para pasar el tiempo y también para perfeccionarse.

No hay mal que se le resista, tampoco bien que le aguante, la verdad es que es mejor no cruzarse en su camino, sobre todo si está enojada.

Sigue aquí sus peripecias, aprende un poco de sus habilidades y conoce a los demás personajes que le harán la vida imposible.

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¡John, ríete con nosotros! –exclamó el hombre, tomándolo de un hombro–. ¿John, estás bien?<br />

Albert había sentido la emanación energética de su señora, mirándola de reojo, notando el alivio<br />

en su rostro. John no movía su cuerpo, pero sus labios comenzaron a articular rápidamente<br />

palabras extrañas que espantaron a su amigo, soltándole el hombro, huyendo despavorido del<br />

lugar.<br />

¿<strong>Blaze</strong>, qué le hiciste? –consultó Albert, pensando que había hechizado a John.<br />

¿Recuerdas al que escapó? Fue este –señaló la maga, dándose a entender–. Y no le hice nada, sólo<br />

acomodé un poco las cosas para no tener que hacer algo.<br />

John salió del trance, tocando su cuerpo en búsqueda de algo, sacando desde su pantalón un<br />

pergamino. Albert sintió como una pequeña presencia demoníaca se asentaba frente a ellos.<br />

La renovación anterior la pagaste con combate, sin firmar nuevamente –dijo el demonio a través<br />

de los labios de John.<br />

Y te prometí que nos veríamos en un año, creo que me equivoqué –comentó <strong>Blaze</strong>, reconociendo<br />

a su demonio cobrador asignado.<br />

El Durmiente y yo nos damos por satisfechos por eso, firma aquí, por favor –respondió el demonio,<br />

señalando con un dedo el lugar en que debía estampar su nombre, obviando las provocadoras<br />

palabras de la maga.<br />

<strong>Blaze</strong> arrancó un cabello de la cabeza de Albert, erizándolo mágicamente para usarlo como aguja,<br />

hendiéndoselo en el índice de su mano derecha, ordenando al oráculo voltearse para poder escribir<br />

su nombre real en el documento, sellando nuevamente el pacto.<br />

Ahora me retiraré –dijo el demonio, cerrando los ojos de John, guardando el documento entre sus<br />

ropas.<br />

Gracias, nos salvaste esta vez, lagartija –respondió <strong>Blaze</strong>, haciendo que el demonio abriera los ojos<br />

del poseído, mirando a la maga con ojos fulgurantes–. Vamos, Albert, el chico quedará<br />

desorientado un par de horas y no recordará nada de lo que pasó este último rato.<br />

¡Maldita, tú…! –exclamó el demonio cobrador, enojado por el desprecio de <strong>Blaze</strong>, haciéndole<br />

gestos obscenos con las manos, siendo observado por la maga y su escudero.<br />

Repentinamente, el cuerpo de John comenzó a sacudirse, quedando en una posición extraña, con<br />

los dedos crispados y las piernas abiertas y dobladas hacia el interior. Sus ojos quedaron<br />

completamente blancos, mientras que de su boca salía una saliva oscura y espesa, expulsando olor<br />

a carne quemada desde los poros de su cuerpo. Varios caminantes se percataron de la situación y<br />

huyeron horrorizados del lugar, alertando a otros para que se alejaran también.<br />

¡No, ten piedad, estaba por abandonar este…! –gritó el demonio, callándose totalmente, quedando<br />

el cuerpo de John de pie e inmóvil, con la espalda firmemente arqueada, con los brazos colgando<br />

flácidamente, moviéndose lentamente como dos péndulos coordinados.<br />

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