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Historia Universal

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Caída del Zarismo.<br />

Una vez lograda la destitución de Nicolás II, el gobierno provisional inició una serie de reformas tendentes a abrir<br />

ciertos espacios, tanto a los liberales como a los socialistas, que habían luchado conjuntamente. Una de las iniciativas<br />

más reconocidas por la población fue la destitución de la antigua y represora policía zarista y ese espacio fue cubierto<br />

con una milicia popular. Sin embargo, casi de inmediato aparecieron diferencias entre los liberales que promovían<br />

transformaciones graduales, a quienes se sumaron algunos de los líderes mencheviques, y los bolcheviques, que<br />

buscaban una transformación radical de la economía y la política. Este último grupo, el bolchevique, contaba con<br />

importantes intelectuales en su organización, entre los que sobresalía Lenin por sus propuestas y conocimiento de la<br />

realidad rusa. Si bien desde el exilio –dada su persecución por la oposición al zar había expuesto ideas a través de<br />

dos publicaciones distantes en el tiempo pero con la misma filosofía primero Iskra (la chispa) y después Pravda (la<br />

verdad), este último periódico encontró una impresionante recepción entre los obreros que integraban los soviets,<br />

resultando el de Petrogrado el más importante. Así convivieron, de hecho, dos poderes: el Gobierno Provisional y el<br />

del Soviet de Petrogrado. Para abril de 1917 llegó hasta la capital rusa, procedente de Suiza, y con la colaboración de<br />

los alemanes, el principal líder de los bolcheviques, Lenin, quien elaboró sus Tesis de abril (1917), en las cuales<br />

sobresalían dos planteamientos: la guerra mundial es una competencia entre las grandes potencias y los obreros; y<br />

los campesinos no tienen que luchar y ofrendar su vida por los intereses ajenos –tal como el Gobierno Provisional<br />

había aceptado- y pidió la colaboración de los soldados para iniciar una revolución antiimperialista. Meses después<br />

se sumó León Trostky, quien apoyó a Lenin, y ante la popularidad de los bolcheviques, mermó la presencia de los<br />

moderados, tanto del Gobierno Provisional como de los mencheviques.<br />

Vladimir I. Lenin se ubicó, en los tiempos de la Primera<br />

Guerra Mundial, como el gran dirigente de los bolcheviques.<br />

BLOQUE 2<br />

Aun así, el Gobierno Provisional dispuso continuar luchando<br />

contra Alemania del lado de la Entente y, cuando sus<br />

ministros de guerra renunciaron, un antiguo socialista,<br />

Alexander Kerenski, aceptó colaborar con las autoridades<br />

bajo la consigna de estar luchando por la democracia. Por<br />

otra parte, los bolcheviques reclamaban «todo el poder a los<br />

sóviets» y remarcaban los errores del Gobierno Provisional,<br />

sobre todo cuando determinó, en el mes de junio de 1917,<br />

lanzar una ofensiva militar contra los alemanes, que fracasó. A<br />

partir de ese momento una gran cantidad de soldados<br />

desertaron y fueron muy receptivos de los bolcheviques.<br />

Kerenski, quien había ascendido a primer ministro, miraba<br />

con alarma la fuerza adquirida por los seguidores de Lenin, a<br />

quien los liberales y seguidores del zarismo acusaban de<br />

agente alemán y antipatriota. Una situación que favoreció<br />

momentáneamente al gobierno de Kerenski se presentó cuando líderes ultra radicales quisieron hacerse del poder<br />

ruso con el apoyo de los soviets. Las «jornadas de julio», como se conoció a tal hecho, hizo evidente que, para<br />

encauzar ese auge insurreccional, se requería de una dirigencia, y si bien los bolcheviques crecían en poder<br />

necesitaban unirse en una dirección. El general Lavr Kornilov solicitó al primer ministro autorización para acabar con<br />

los líderes subversivos, especialmente los bolcheviques, con el argumento de la necesidad de una dictadura militar –<br />

en el interior de Rusia- que controlara el país y para poder enfrentar a los alemanes. Kerenski, en un primer momento,<br />

aceptó pero se percató de la pretensión de los militares, de volverse ellos mismos el gobierno ruso, y revocó su<br />

autorización; Kornilov lo ignoró y entonces Kerenski pidió ayuda al Soviet de Petrogrado y a los bolcheviques para<br />

frenar el golpe de Estado. La oportunidad de los bolcheviques había llegado. En efecto, ya desde unos meses atrás<br />

Trotsky había organizado una importante fuerza militarizada que, junto a la intensísima propaganda bolchevique a<br />

favor de una revolución socialista, controló el intento del golpe militar de Kornilov. Aun así, Kerenski intentó llamar a la<br />

construcción de un Parlamento, pero no tenía ya la fuerza política necesaria para imponerse.<br />

La revolución socialista.<br />

En octubre, Lenin regresó a Rusia y junto con los bolcheviques, empezó a preparar la etapa revolucionaria que, según<br />

señaló, debía dar el poder al proletariado y a las masas campesinas.<br />

El Soviet de Petrogrado, representado por Trotsky hizo una lectura de la realidad política que se vivía y, tras una<br />

intensa y rapidísima campaña, deciden no subordinarse a las iniciativas de Kerenski y luchar por un gobierno<br />

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