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bernal, jose manuel - 10

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efleja un rito lleno de unción y de religiosidad<br />

el papa y los ministros sagrados, descalzos, se<br />

desplazan procesional mente desde Letrán hasta<br />

la basílica de la Santa Cruz en la que tendrá lugar<br />

la adoración de la cruz segUida de una liturgia<br />

de la palabra, esquema que recuerda el de la<br />

Iglesia de Jerusalén, descrito por Egena Durante<br />

la procesión el papa lleva en la mano derecha<br />

tenido de la controversia y, más en concreto, sobre<br />

el problema que plantea la duración del ayuno. He<br />

aquí el texto:<br />

«Por este tiempo suscitóse una cuestión bastante<br />

grave, por cierto, porque las Iglesias de toda Asia, apoyándose<br />

en una tradición muy antigua, pensaban que<br />

era preciso guardar el decimocuarto día de la luna para<br />

la fiesta de la pascua del salvador, día en que se<br />

mandaba a los judíos sacrificar el cordero y en que<br />

era necesario a toda costa, cayera en el día en que cayese<br />

de la semana, poner fin a los ayunos, siendo así<br />

que las Iglesias de todo el resto del orbe no tenían por<br />

costumbre realizarlo de este modo, sino que, por una<br />

tradición apostólica, guardaban la costumbre que ha<br />

prevalecido incluso hasta hoy: que no está bien terminar<br />

los ayunos en otro día que en el de la resurrección<br />

de nuestro salvador» 22.<br />

Y, más adelante, Eusebio transcribe un fragmento<br />

de una carta de Ireneo al papa Víctor:<br />

«Efectivamente, la controversia no es solamente<br />

acerca del día, sino también acerca de la forma misma<br />

del ayuno, porque unos piensan que deben ayunar<br />

durante un día, otros que dos y otros que más; y otros<br />

dan a su día una medida de cuarenta horas del día y<br />

de la noche.<br />

y una tal diversidad de observantes no se ha producido<br />

ahora, en nuestros tiempos, sino ya mucho an-<br />

22 HISt. ecles., V, 23, 1, ed. A. Velaseo, EusebIO de Cesarea.<br />

HIstoria eclesiástica, BAC, Madnd, 1973,330.<br />

el turíbulo y va Incensando el santo leño, que es<br />

llevado solemnemente por un diácono En la<br />

adoración de la cruz participa toda la asamblea<br />

el papa, los ministros sagrados los hombres y<br />

las mUjeres<br />

Esta ceremonia de la adoración de la cruz,<br />

muy sobna en un prinCipiO, Irá desarrollándose<br />

progresivamente Introduciendo nuevos elemen-<br />

tos la cruz será desvelada solemnemente ante la<br />

asamblea, se entonará el Ecce lIgnum al presentarla<br />

al pueblo, se proclamrá el canto del T(lsaglOn<br />

alternando con genuflexiones sucesivas, se<br />

cantarán el himno Crux fldells y los Imprope­<br />

(lOS, etc Todos estos elementos, que bien podemos<br />

considerar como un enriquecimiento, acabarán<br />

por ahogar la libre partlclpaclon del pueblo<br />

tes, bajo nuestros predecesores, cuyo fuerte, según parece,<br />

no era la exactitud, y que forjaron para la posteridad<br />

la costumbre en su sencillez y particularismo. Y<br />

todos ellos no por eso vivieron menos en paz unos con<br />

otros, lo mismo que nosotros; el desacuerdo en el ayuno<br />

confirma el acuerdo en la fe.<br />

A esto añade también un relato que será conveniente<br />

citar y que dice así: "Entre ellos, también los<br />

presbíteros antecesores de Sotero, que presidieron la<br />

Iglesia que tú riges ahora, quiero decir Aniceto, Pío e<br />

Higinio, así como Telesforo y Sixto: ni ellos mismos<br />

observaron el día ni a los que estaban con ellos les<br />

permitían elegir; y no por eso ellos mismos, que no<br />

observaban el día, vivían menos en paz con los que venían<br />

procedentes de las Iglesias en que se observaba<br />

el día; y, sin embargo, el observar el día resultaba más<br />

en oposición para los que no lo observaban" 23.<br />

La controversia cuartodecimana, a juzgar por<br />

las palabras de Eusebio, llega a su momento álgido<br />

en tiempos del papa Víctor (189-198), aunque la tensión<br />

venia arrastrándose a lo largo de todo el siglo<br />

n. Pero ¿cuál era, en definitiva, el núcleo de la contienda?<br />

¿En qué consistía la controversia? ¿Qué valores<br />

o qué aspectos entraban en litigio? El texto de<br />

Eusebio, que cita una carta de Polícrates al papa<br />

Víctor y otra de san Ireneo, no acaba de dar luz suficiente<br />

sobre el tema. Todo depende de la forma como<br />

se interprete la expresión «observar» u «observar<br />

el día».<br />

"Hlstona eclesIástIca, V, 24,12-14, ed. A Velasco, 334­<br />

335.<br />

PARA VIVIR EL AÑO LITURGICO 115

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