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del griego paschein, nadie duda de que la palabra<br />
«pascua», de origen hebreo, significa «paso». Fueron<br />
precisamente los alejandrinos quienes restituyeron<br />
a la palabra pascua su significación original.<br />
San Agustín, que conoció la disparidad de interpretaciones,<br />
zanjó la cuestión en occidente en el mismo<br />
sentido:<br />
«Pascua, hermanos, no es, como algunos piensan,<br />
un vocablo griego, sino hebreo. Muy oportunamente,<br />
sin embargo, se da en este vocablo cierta coincidencia<br />
de ambas lenguas. Por decirse en griego pasc!zein, la<br />
pascua se ha interpretado como pasión como si derivara<br />
de la palabra pasión. En su lengua original, es<br />
decir, en el hebreo, pascua significa tránsito. Por eso<br />
la primera pascua fue celebrada por el pueblo de Dios<br />
cuando, al huir de Egipto, atravesaron el Mar Rojo» 6.<br />
San Juan refleja perfectamente el sentido de la<br />
pascua cuanto recoge aquellas palabras: «Habiendo<br />
llegado la hora de pasar de este mundo al Padre»<br />
(Jn 13,1). Ese es exactamente el sentido de la pascua<br />
cristiana: el paso con Cristo de este mundo al<br />
Padre. Esto se expresa en la celebración cultual de<br />
forma dinámica mediante el paso de las tinieblas a<br />
la luz y, sobre todo, mediante el paso del ayuno a la<br />
alegría de la fiesta. El banquete eucarístico, situado<br />
en el momento más importante de la noche de pascua,<br />
marca la ruptura del ayuno y el comienzo de la<br />
fiesta.<br />
Todo esto nos permite intuir, al menos de entrada,<br />
la importancia que tiene el ayuno en la preparación<br />
pascual. Es, sin duda alguna, el elemento en<br />
que polariza la atención de la comunidad cristiana<br />
durante los días que preceden a la pascua. Pero es<br />
preferible que sean los escritores de la Iglesia antigua<br />
quienes, a través de su testimonio, nos refieran<br />
cuál ha sido la experiencia de la Iglesia a este propósito.<br />
a) El ayuno de dos días<br />
Comenzamos con el testimonio de Tertuliano, el<br />
cual se refiere al ayuno pascual en diversas ocasio-<br />
'Tractatlls in EvangelilllH IoanHis, 55, 1: CC 36, 463-464.<br />
nes. Aquí voy a referirme solamente a dos:<br />
«Nosotros, en efecto, nos abstenemos del beso (de<br />
paz) el día de pascua, ya que en ese día la práctica del<br />
ayuno es de carácter universal y público, sin preocuparnos<br />
en absoluto de esconder una cosa que hacemos<br />
todos juntos» 7.<br />
Para entender adecuadamente el sentido de las<br />
palabras de Tertuliano hay que tener presente el<br />
contexto en que fueron escritas. El fragmento pertenece<br />
a una obra que el autor africano escribió comentando<br />
la oración dominical hacia el año 200.<br />
Tertuliano hace referencia a la costumbre de concluir<br />
las oraciones comunes u oración de los fieles<br />
con el beso de paz. Costumbre atestiguada ya, por<br />
otra parte, por Justino unos cincuenta años antes 8.<br />
Por eso el beso de paz es considerado como signaculum<br />
orationis, es decir, como sello o broche con el<br />
que se cierra la oración común. Algunos, sin embargo,<br />
cuando ayunaban, dejaban de darse el beso de<br />
paz. Esta costumbre de omitir el beso de paz es considerada<br />
inadecuada por Tertuliano, y se remite al<br />
mandato del Señor:<br />
«Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los<br />
hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres<br />
vean que ayunan; en verdad os digo que ya han<br />
recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma<br />
tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea<br />
visto no por los hombres, sino por tu Padre que está<br />
allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te<br />
recompensará» (Mt 6,16-18).<br />
Los fieles que al ayunar se abstenían del beso de<br />
paz declaraban abiertamente algo que, según el espíritu<br />
del evangelio, debía permanecer escondido en<br />
la intimidad del penitente, para que sólo Dios fuera<br />
testigo de su acción.<br />
Es aquí precisamente donde Tertuliano establece<br />
una excepción a esta norma: el ayuno pascual. A<br />
esta excepción hace referencia el texto que hemos<br />
transcrito. El motivo que justifica la excepción está<br />
7 De oratione, 18,7: CC 1,267.<br />
'Apología,!, 65, ed. Daniel Ruiz Bueno, Padres Apologistas<br />
Griegos (s. II), BAC, Madrid 1954,256-257.<br />
PARA VIVIR EL AÑO LITURGICO <strong>10</strong>7