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bernal, jose manuel - 10

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la proclamación de las lecturas del Antiguo Testamento<br />

aparece desconectada de la lectura de la epístola<br />

y del evangelio de la misa. Es como si la misa<br />

formara un bloque independiente añadido al conjunto<br />

de la celebración. La liturgia bautismal se incluye<br />

en el esquema de la vigilia interrumpiendo la<br />

sucesiva proclamación de la palabra de Dios.<br />

Tercera: Hay que destacar la complicada sucesión<br />

de ritos y ceremonias, irrelevantes en muchos<br />

casos, que complicaban el ritmo de la celebración y<br />

la hacían penosamente larga, ininteligible y de difícil<br />

ejecución. Como botón de muestra se puede destacar<br />

el complejo desarrollo de la bendición del fuego,<br />

desde la extracción del mismo de la piedra de pedernal,<br />

la bendición del incienso y la del cirio pascual.<br />

Un complejo ceremonial, cuya minuciosa normativa<br />

se movía entre la exquisitez de un encaje y la<br />

esquizofrenia ceremonialista. Esta observación, no<br />

obstante, podría servir de crítica, en mayor o menor<br />

grado, a toda la liturgia que entonces estaba en uso.<br />

Cuarta: Aparte las observaciones referidas a la<br />

celebración misma, habría que destacar aquí, como<br />

una deplorable adulteración, el desplazamiento de<br />

la hora. En esto -hay que decirlo abiertamente-, la<br />

iglesia romana había roto con la más genuina tradición<br />

de la Iglesia. La vigilia pascual había sido concebida<br />

siempre, desde sus inicios, como una celebración<br />

nocturna. Sin embargo, por una serie de circunstancias,<br />

la hora fue adelantándose paulatinamente<br />

hasta que se estableció la costumbre de celebrar<br />

la vigilia a primeras horas de la mañana del sábado<br />

santo, mal llamado por ese motivo sábado de<br />

gloria. Lo cual, naturalmente, provocaba una curiosa<br />

situación de absurda incongruencia. Los que ya<br />

peinamos canas aún recordamos aquellas mañanas<br />

de sábado de gloria, con su exultante volteo de campanas<br />

y con el disonante e insistente canto del<br />

«Haec nox est» y del «O vere beata nox» del pregón<br />

pascual, sublime apología pascual de la noche, cantado<br />

con toda solemnidad a las ocho o las nueve de<br />

la mañana.<br />

Hay además pequeños detalles curiosos, que<br />

bien podríamos denominar anomalías o simplemente<br />

errores, que no escaparon alojo crítico de los liturgistas<br />

modernos. Así, por ejemplo, el uso de la<br />

fórmula «Veniat, quaesumus, oo. super hoc incensum<br />

larga tuae benedictionis infussio», utilizada para<br />

bendecir el

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