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la proclamación de las lecturas del Antiguo Testamento<br />
aparece desconectada de la lectura de la epístola<br />
y del evangelio de la misa. Es como si la misa<br />
formara un bloque independiente añadido al conjunto<br />
de la celebración. La liturgia bautismal se incluye<br />
en el esquema de la vigilia interrumpiendo la<br />
sucesiva proclamación de la palabra de Dios.<br />
Tercera: Hay que destacar la complicada sucesión<br />
de ritos y ceremonias, irrelevantes en muchos<br />
casos, que complicaban el ritmo de la celebración y<br />
la hacían penosamente larga, ininteligible y de difícil<br />
ejecución. Como botón de muestra se puede destacar<br />
el complejo desarrollo de la bendición del fuego,<br />
desde la extracción del mismo de la piedra de pedernal,<br />
la bendición del incienso y la del cirio pascual.<br />
Un complejo ceremonial, cuya minuciosa normativa<br />
se movía entre la exquisitez de un encaje y la<br />
esquizofrenia ceremonialista. Esta observación, no<br />
obstante, podría servir de crítica, en mayor o menor<br />
grado, a toda la liturgia que entonces estaba en uso.<br />
Cuarta: Aparte las observaciones referidas a la<br />
celebración misma, habría que destacar aquí, como<br />
una deplorable adulteración, el desplazamiento de<br />
la hora. En esto -hay que decirlo abiertamente-, la<br />
iglesia romana había roto con la más genuina tradición<br />
de la Iglesia. La vigilia pascual había sido concebida<br />
siempre, desde sus inicios, como una celebración<br />
nocturna. Sin embargo, por una serie de circunstancias,<br />
la hora fue adelantándose paulatinamente<br />
hasta que se estableció la costumbre de celebrar<br />
la vigilia a primeras horas de la mañana del sábado<br />
santo, mal llamado por ese motivo sábado de<br />
gloria. Lo cual, naturalmente, provocaba una curiosa<br />
situación de absurda incongruencia. Los que ya<br />
peinamos canas aún recordamos aquellas mañanas<br />
de sábado de gloria, con su exultante volteo de campanas<br />
y con el disonante e insistente canto del<br />
«Haec nox est» y del «O vere beata nox» del pregón<br />
pascual, sublime apología pascual de la noche, cantado<br />
con toda solemnidad a las ocho o las nueve de<br />
la mañana.<br />
Hay además pequeños detalles curiosos, que<br />
bien podríamos denominar anomalías o simplemente<br />
errores, que no escaparon alojo crítico de los liturgistas<br />
modernos. Así, por ejemplo, el uso de la<br />
fórmula «Veniat, quaesumus, oo. super hoc incensum<br />
larga tuae benedictionis infussio», utilizada para<br />
bendecir el