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celebra la pasión y muerte del Señor y espera con<br />
ansiedad su retorno glorioso. Este retomo se experimenta<br />
como un encuentro gozoso y salvador que<br />
permite a la comunidad celebrante compartir a nivel<br />
de misterio el triunfo de Cristo sobre la muerte y<br />
su retorno al Padre.<br />
Los testimonios en que se apoya la afirmación<br />
de conjunto que acabo de hacer son numerosos. Todos<br />
ellos, o en su mayoría, corresponden a la Iglesia<br />
antigua. Como fuentes determinantes de inspiración<br />
habría que señalar la tradición pascual hebrea y la<br />
teología joánica, muy extendida e influyente durante<br />
los dos primeros siglos en toda el área del Asia<br />
Menor.<br />
El testimonio de la Epístola Apostolorum, anteriormente<br />
citado, es muy claro a este respecto si leemos<br />
la versión etiópica: «Cuando llegue la pascua,<br />
vosotros haced memoria de mi muerte, esto es, celebrad<br />
la pascua». Según este testimonio, la pascua se<br />
define como una «memoria de la muerte» del Señor.<br />
Es cierto, sin embargo, que el contenido de la palabra<br />
«muerte» hay que entenderla en el sentido paulina<br />
(l Cor 11,26). No se trata, en absoluto, de celebrar<br />
la muerte como fracaso o como desenlace fatal,<br />
sino como paso a la vida.<br />
Hay además un grupo de autores (Apolinar de<br />
HierápoIis, Clemente Alejandrino, Melitón de Sardes,<br />
Ireneo de Lyón, Hipólito de Roma y otros) que,<br />
influidos por la tradición joánica, vinculan la pascua<br />
cristiana a la pascua judía. Todos ellos ven en la inmolación<br />
de Cristo en la cruz como la culminación<br />
de la pascua del cordero. Cristo es el cordero definitivo<br />
que ha sustituido para siempre al cordero de la<br />
vieja pascua. Cristo entregó su vida en la cruz, realizando<br />
así el sacrificio supremo, en el mismo momento<br />
en que los judíos inmolaban el cordero pascual<br />
en el templo: al atardecer. De esta forma, según<br />
ellos, Cristo celebró su verdadera pascua no en la cena<br />
ritual, sino en la cruz.<br />
Por este motivo, la mayoría de estos autores,<br />
pertenecientes a la corriente cuartodecimana, celebraban<br />
la pascua el día 14 de Nisán, es decir, el mismo<br />
día en que lo hacían los judíos. Por tanto, el mismo<br />
día en que Cristo entregó su vida en la cruz. Las<br />
otras Iglesias, en cambio, celebrarían la pascua en la<br />
80 PARA VIVIR EL AÑO UTURGICO<br />
noche del sábado al domingo después del 14 de Nisán.<br />
La tipología pascual, en vez de referirse al paso<br />
del Mar Rojo, conecta directamente con la inmolación<br />
del cordero. Además, en vez de interpretar la<br />
palabra «pascua» en el sentido de «paso» o «tránsito»,<br />
lo hacen en el sentido de «padecer». Desde su<br />
punto de vista, que coincide con la cronología de la<br />
pasión que aparece en el evangelio de Juan, el año<br />
en que murió Cristo, éste no «comió» la pascua -la<br />
última cena no fue, según ellos, una cena pascual-,<br />
sino que la «padeció».<br />
Todo esto es muy significativo y refleja una forma<br />
muy peculiar de entender y de celebrar la pascua.<br />
Para corroborar todo lo dicho me permito citar<br />
algunos testimonios más representativos. Apolinar<br />
de Hierápolis, haciendo alusión a la contienda que<br />
se suscitó en torno a estos problemas, dice:<br />
«Algunos han suscitado discusiones en torno a estas<br />
cosas por ignorancia; pero hay que excusarlos porque<br />
la ignorancia, más que acusaciones, lo que necesita<br />
es instrucción. Estos dicen que Jesús comió el<br />
cordero con sus discípulos el 14 de Nisán y que padeció<br />
el día solemne de los ácimos. Aseguran además<br />
que así lo dice Mateo, tal como ellos lo interpretan» 17.<br />
En el fragmento 28 de su obra Sobre la pascua,<br />
Clemente Alejandrino se expresa de manera aún<br />
más explícita:<br />
«En los años anteriores, el Señor, para celebrar la<br />
pascua, comió el cordero inmolado por los judíos. Pero,<br />
después de haber predicado el evangelio, siendo él<br />
mismo la pascua, el cordero de Dios, conducido como<br />
oveja al matadero, el día 13 explicó a los discípulos el<br />
misterio de la prefiguración... Por eso, el Señor murió<br />
al día siguiente, ya que él mismo era la pascua inmolada<br />
por los judíos» 18.<br />
Por último, hay que citar dos fragmentos de Hipólito,<br />
transmitidos también en la colección llamada<br />
Chrol1icOI1 paschale, que he citado anteriormente:<br />
«Veo perfectamente cuál es el objeto de la con-<br />
17 Fragmento de su obra Sobre la pascua, recogido en el<br />
Chronicon paschale: PG 92, 80C-81A.<br />
I'Chronicon paschale: PG 92,82.